La diócesis de Lolo, ubicada en el noreste de la República Democrática del Congo, tiene un marcado carácter rural y carece de centros urbanos. La mayoría de los habitantes son pobres: el 95% vive de la agricultura, la ganadería y la pesca. Como no hay carreteras en condiciones, resulta difícil transportar los productos de dichas actividades, pero, de todos modos, no hay grandes mercados donde la gente pueda venderlos. Además, el cambio climático les está complicando la vida: si antes sólo llovía en la estación lluviosa, ahora también llueve en otras épocas, y no es raro que las inundaciones resultantes destruyan los cultivos.

La situación es especialmente difícil para los sacerdotes, que no perciben un salario, pero que trabajan sin descanso por sus fieles. Algunos cultivan ellos mismos maíz y arroz, pero eso no resuelve los problemas. En muchos lugares, los fieles han hecho grandes sacrificios para contribuir a que los sacerdotes tengan donde alojarse. Y es que, si la gente no recibe una atención pastoral regular, las sectas se propagan rápidamente. Por eso, la Iglesia intenta elevar las comunidades de creyentes a cuasi parroquias, para que estén siempre acompañadas de un sacerdote, y para revitalizar e intensificar la vida de Iglesia. Pero asegurar el sustento de estos sacerdotes no deja de ser un gran reto.

A nosotros nos gustaría hacer llegar intenciones de Misa a los 44 sacerdotes de la diócesis de Lolo, y también nos gustaría apoyar de la misma manera a los nueve sacerdotes que forman a las futuras vocaciones en el propedéutico y el seminario menor. En total, les hemos prometido un total de $24.721.143 (26.340 euros).