La diócesis de Cajazeiras se encuentra en el nordeste de Brasil, que es considerado la zona más pobre del país. Esa región profundamente rural se ve asolada por graves sequías, y sus habitantes viven sumidos en una gran pobreza.
También la Iglesia de la diócesis afronta grandes retos, ya que hay demasiado pocos sacerdotes: por término medio, un sacerdote atiende a 7.000 creyentes que viven dispersos por enormes territorios. Con sus 14.500 kilómetros cuadrados, la diócesis abarca aproximadamente la mitad de la superficie de Bélgica, pero sólo cuenta con 80 sacerdotes.
De ahí que el ministerio de las religiosas sea una gran bendición. En la diócesis de Cajazeiras trabajan 30 religiosas de siete congregaciones que rezan con los fieles, los preparan para recibir los sacramentos, visitan a los enfermos y a los ancianos, organizan el trabajo con los jóvenes, la pastoral vocacional y los grupos bíblicos, imparten la catequesis, forman a catequistas y acompañan a las familias en situaciones difíciles, por ejemplo, cuando uno de sus miembros sufre una adicción.
El obispo Francisco de Sales Alencar, que ya nos había pedido ayuda para estas religiosas antes de ser nombrado pastor de otra diócesis, nos indicó: “Las hermanas están muy presentes en varios ‘frentes’ pastorales, especialmente en estos tiempos difíciles en los que la vida de nuestra población se ve gravemente afectada. Las religiosas son una gran ayuda porque escuchan a la gente y se ocupan especialmente de los marginados y excluidos de la sociedad”.
A nosotros nos gustaría apoyar a estas 30 religiosas de la diócesis de Cajazeiras con una ayuda al sustento para que puedan dar continuidad a su valioso servicio, y por eso les hemos prometido una ayuda de $ 9.413.010 (9.000 euros) para este año.