Nos emocionamos, reímos, pero por sobretodo meditamos sobre “La Iglesia en búsqueda de los que Sufren”. Una jornada que nos remeció y que nos llevó a plantearnos ¿Qué haría Cristo en mi lugar? Todo esto sucedió ayer 30 de mayo en la Universidad Santo Tomás quien organizó el XV Congreso Católicos y Vida Pública y nos regaló un tiempo precioso de reflexión.
Hoy estamos agradecidos de las inspiraciones que nos ofrecieron los testimonios que ayer tuvimos la oprtunidad de conocer. Entre ellos, el padre Apollinaire Cibaka Cikongo. El es congolés y gracias a una beca de ACN pudo completar sus estudios de filosofía y teología en la Universidad de Navarra, España.
Título de teología en mano, el padre Apollinaire regresó a Congo para servir a su pueblo. Atrás dejó entrañables amistades que lo ayudaron a crear el proyecto que hoy lidera y cambia el rostro de su diócesis: Proyecto Ditunga.
La iniciativa nace en 2006 y lleva por nombre “Ditunga” que traducido es “Mi tierra querida” y eso es lo que mueve al padre, a quienes colaboran con dinero y a quienes trabajan allí. Porque aman África quieren mejorar las condiciones de vida de sus habitantes, pero como insiste el padre Cibaka, este es un gran proyecto con muchas aristas, pero ante todo lo que busca es entregar a Dios. “África necesita a Dios” y es por ello que han fundado parroquias y trabajan fuertemente las vocaciones. De hecho en el seminario donde él es maestro, uno de los cinco que tiene el país, se preparan 96 de los 500 seminaristas del Congo.
Es así que noson una ONG, como dice el Santo Padre, las obras de caridad inspiradas por la Iglesia nos llevan a Dios y através del trabajo con las personas, con mejorar sus condiciones de vida, les muestran el amor de Cristo por cada uno de nosotros.
Ditunga ofrece formación a las familias campesinas para que aprovechen mejor las tierras; construye escuelas para escolarizar a la población y se preocupa especialmente de que las niñas también asistan; vela por la salud de la población con aspectos tan básicos como lo es proveer condiciones de higiene; atiende orfanatos, acompaña en las cárceles, entre otros.
En síntesis es posible ver a través de su trabajo y el de otas organizaciones como Ditunga, que la Iglesia en Congo es muy útil, sin ella, miles de personas no tendrían las oportunidades que hoy vislumbran y que a futuro cambiarán el rostro del país.
El padre Cibaka, con mucho humor, en parte para ayudarnos a comprender la situación de Congo, nos explica lo que es vivir en un mundo donde el sufrimiento es tan habitual. Donde la esperanza de vida para los hombres es de 52 años y para las mujeres es de 48 años. Donde muchos se salvarían de la muerte si tuviesen agua potable y baños. Donde no existe la electricidad, más que para el 7% de la población. Y un largo etc de carencias. Pero, así como nos muestra las carencias, también nos muestra que Congo está lleno de alegrías.
Para él occidente se queja mucho y no sabe disfrutar con lo que tiene. “Nosotros sabemos disfrutar del agua, de una galleta, del automóvil que pasa por la carretera, … todo es motivo para disfrutar”.
Son un pueblo alegre y agradecido con una juventud que quiere crecer y que cuenta con nuestra ayuda.