En ocasiones como éstas, cuando vivimos las últimas horas del 2018 queremos recordar y agradecer todo lo que ha pasado en estos 365 días.
Es verdad que hemos vivido momentos duros, de gran conflicto y zozobra, pero es esa realidad de luces y sombras la que nos hace crecer y madurar en nuestra fe y amor por los demás.
Dejemos que nuestro fundador el padre Werenfried nos lo explique.
“El nuevo año que Dios nos da es un espacio vacío que debemos llenar nosotros mismo. Lo más importante no es lo que nos deparará, sino lo que nosotros hagamos con él. Es como el marco de un cuadro en el que deberemos trabajar durante un año. Un cuadro -que es mejor si se pinta con colores fuertes y alegres- pero en el que también son necesarias las sombras oscuras, pues no puede haber un cuadro sin sombras.
Es una mala costumbre no decir más que cosas agradables en nuestros saludos de Año Nuevo. Un año lleno exclusivamente de dinero, placer y deleites es un fracaso. Aunque espero que tengan abundante gozo, paz y felicidad, sé que también tendrán que afrontar cosas difíciles. Por lo tanto, les deseo la fortaleza para asumir lo que sea necesario, para hacer de sus vidas un espectáculo con el que Dios quede satisfecho.Y como el plan de Dios para todos ustedes es que se conviertan en la imagen de Su Hijo, su vida debería ser una representación de la vida de Cristo.”