¡De Venezuela nos llega un grito de desesperación! Según datos de la ONU, cerca de 3,7 millones de personas no tienen para comer. Son niños, ancianos, mujeres, hombres … La situación es gravísima y está fuera de control.
El número de personas afectadas por el hambre crece día a día, mientras el país atraviesa la crisis más grave de su historia. Y la Iglesia, a través de diversas estructuras y organizaciones, proporciona ayuda de emergencia para las personas más afectadas. Una de esas instituciones es la Fundación Ayuda a la Iglesia que Sufre (ACN).
ACN ha sido esencial para la supervivencia de los sacerdotes y religiosas, que a su vez cuidan a su pueblo, alimentando a las numerosas familias en situación crítica y distribuyen, incluso, medicamentos que reciben exterior.
Por ejemplo, el Padre Esteban Galvis es párroco de la Iglesia de Nuestra Señora de Lourdes, en Ureña, en la frontera con Colombia. Es un hombre de Dios que busca desesperadamente ayudar a los que están perdidos, asustados y vulnerables, que vienen a su encuentro en busca de ayuda y consuelo.
El dice: “La gente llega aquí a la Iglesia en lágrimas, con problemas graves, ansiosos o tristes porque tienen que abandonar su país, porque no tienen nada para comer o no consiguen medicamentos. Seguiremos ayudando, particularmente a los ancianos y a los niños, pero con lo poco que tenemos, ya que no tenemos suficiente para todos. Nuestra misión es ser instrumentos de Dios y consolar y confortar a estas personas”.
Venezuela fue en el pasado, gracias a las elevadas exportaciones de petróleo, el país más rico de Sudamérica. Mons. Manuel Felipe Díaz Sánchez (63), desde 2008 a la cabeza de la arquidiócesis de Calabozo – a unos 300 kilómetros al sur de la capital Caracas – explica durante su visita a la oficina nacional alemana de ACN cómo la Iglesia, a pesar de las dificultades intenta ayudar a las personas y contribuir a la unidad del país.
ACN: Venezuela fue en el pasado uno de los países más ricos de Sudamérica. Hoy en día está sufriendo una inflación de hasta un millón por ciento; gran parte de la población está sumida en la miseria. ¿Qué significa esa crisis para las personas en concreto?
Un ejemplo de la vida diaria: alguien va a un comercio y pregunta cuánto cuestan unos comestibles determinados. Va por el dinero y vuelve una hora más tarde; en esa hora ha subido el precio. Hay carencia de todo. Muchas personas se alimentan tan solo de arroz y judías. La situación es especialmente crítica en los hospitales: no hay medicinas. En parte las tienen que conseguir los pacientes mismos, para lo que venden sus objetos de valor. Muchas personas ven en la emigración la única solución.
¿Cómo es la vida eclesial?
El 75 por ciento de los venezolanos es católico y se ha mantenido fiel a la fe. Una y otra vez oigo decir que la Iglesia es la institución en Venezuela que mayor credibilidad tiene. Pero naturalmente, la crisis también influye sobre la vida eclesial: por ejemplo, por razones económicas no es posible organizar actividades multitudinarias como unas Jornadas para la juventud o un encuentro de familias. Y donde no hay ese encuentro, no hay comunidad. Especialmente grave es la situación de los sacerdotes: muchos quedan aislados porque tienen que atender solos una parroquia muy extensa, frecuentemente en el mundo rural. Por motivos económicos no les es posible acudir a reuniones o comprar objetos de primera necesidad. Se han dado también casos en que congregaciones han tenido que abandonar el país porque no estaban económicamente en condiciones de mantener el convento y su labor.
¿Puede hacer algo la Iglesia en Venezuela para subsanar las necesidades de las personas?
No cejamos en nuestro compromiso en el campo de la escuela y la educación. Queremos ofrecer a los jóvenes la posibilidad de que construyan un futuro mejor. En algunas parroquias, los sacerdotes reparten medicamentos que reciben del extranjero. Una acción de mucho éxito son las llamadas «ollas solidarias»: con donativos de alimentos, voluntarios en las parroquias cocinan para personas especialmente pobres. Estos están muy agradecidos porque saben que también los medios que tiene la Iglesia son muy limitados.
¿Qué puede hacer concretamente una organización como Ayuda a la Iglesia que Sufre para ayudar a Venezuela?
No estoy acostumbrado a pedir limosna; por eso estoy especialmente agradecido a que Ayuda a la Iglesia que Sufre nos haya ofrecido ayuda. La gente necesita apoyo para comprar comida y medicamentos. Pero también necesitamos ayuda pastoral. Los sacerdotes y los fieles necesitan oportunidades para relacionarse y fortalecerse. A los encuentros diocesanos ya me he referido antes; son muy importantes. También hacen falta biblias y materiales para la catequesis. Muy importante es el mantenimiento de los sacerdotes: las intenciones de misas son para muchos la única fuente de ingresos necesarios para sobrevivir.
PARA AYUDAR HAZ CLICK AQUÍ O DEPOSITA A NOMBRE DE AYUDA A LA IGLESIA QUE SUFRE, RUT 73.537.400-1, CTA. CTE. 11175-9 DEL BANCO SANTANDER, E-MAIL: acn@acn-chile.org, ASUNTO: Venezuela
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