Ese sería uno de los principales problemas, porque al haber movilidad, visita, organiza y coordina las tareas, que son tan importantes, mantener a las comunidades indígenas, porque por la situación geográfica hay más vías fluviales que vías terrestres, de manera que para nosotros la embarcación es vital. Hoy por hoy no podemos contar con esas embarcaciones, pues cada día se hace más complicado tenerlas, los motores son muy delicados, se rompen a cada rato, porque en el río hay deshechos, cualquier tronco de madera rompe la propela del motor, es un problema muchísimas veces. En las comunidades había un programa educativo, había un programa de salud, de vivienda, de organizar cooperativas con ellos, entonces eso se hace bastante complicado, el acceso a las comunidades. Ese es uno de los problemas, pues la alimentación, las medicinas, si no podemos llevarlo es más complicado todavía.
Y aunque los problemas son numerosos, monseñor Romero tiene puestas sus esperanzas en el próximo Sínodo de la Amazonía.
“Creo que el Sínodo –dice- puede representar una riqueza de universalidad de todos estos pueblos. El que los podamos acompañar, es una tarea común. El anuncio del Evangelio en las culturas, creo que esto va a representar una riqueza enorme, el poder compartir, el poder conversar, el poder escuchar las experiencias de otros pueblos, escucharnos unos a otros, animarnos, creo que eso será, en definitiva, lo que nos traeremos como experiencia viva, como esperanza, como ánimo para continuar creciendo como Pueblo de Dios, en medio de su realidad cultural. Pienso que esa será una de las cosas más importantes que quizás viviremos en el Sínodo, el poner en común toda una experiencia de riquezas, de caminos, en los que el Evangelio no se agota, sigue siendo una novedad para todos.