Líbano vive una terrible situación.
Desde el inicio de la guerra de Siria en 2011 y con la guerra de Irak, se había convertido en uno de los principales receptores de refugiados de esta zona, muchos de ellos cristianos.
Con todo ello,
unido a la crisis del coronavirus, Líbano ya estaba experimentando su mayor crisis económica sufrida en décadas, incluso en épocas de guerra. A la depreciación galopante de su moneda, la hiperinflación, la cesantía, las restricciones bancarias al flujo del dinero y una grave crisis de despidos en los centros hospitalarios, se añade ahora la terrible explosión en la zona portuaria de Beirut.
Se estima que unas 300.000 personas se quedaron sin hogar. Más de 10 iglesias cristianas han resultado seriamente dañadas y de forma muy importante, varios barrios cristianos como Mar Maroun o Achrafieh.