Aunque la alarma ha decrecido, el peligro de la pandemia del COVID19 no ha desaparecido. En los países de Europa Central y del Este, el número de personas infectadas oficialmente es relativamente pequeño pero los números reales son mucho más altos ya que estos países no tienen acceso a pruebas confiables. En Ucrania, el sistema sanitario es muy deficitario, los mismos pacientes deben llevar sus medicinas, los materiales de vendaje necesarios y el equipo médico básico cuando acuden a los hospitales.
Los sacerdotes continúan atendiendo los servicios urgentes, celebrando funerales, visitando personas enfermas y ancianas, escuchando la confesión o dando la unción de enfermos. Obviamente se convierten con ello, después del personal médico en el siguiente grupo de riesgo. En Ucrania, siete sacerdotes han sido diagnosticados con la infección COVID 19 y uno murió a los 55 años.
Apoyando el heroico servicio de los sacerdotes ucranianos durante la pandemia, la fundación Ayuda a la Iglesia que Sufre (ACN) proporcionará a más de 2.740 sacerdotes de la iglesia greco-católica y 1.000 miembros de comunidades religiosas los equipos de protección necesario: máscaras, guantes, antiséptico, etc. para que puedan protegerse adecuadamente y evitar la diseminación de la infección. Otro proyecto de características similares beneficiará a 738 sacerdotes y 92 seminaristas de la Iglesia católica de rito latino.
Para las celebraciones de Pascua, solo el 2% de los creyentes participaron en liturgias en los templos, el resto lo hizo por medio de las redes sociales. En estos momentos la posibilidad de participar en la Santa Misa está limitada a diez creyentes. Aunque la Iglesia católica, tanto la de rito latino como la de rito greco-católico, se ha tomado las