Con ilusión los fieles de Estambul esperan que se haga realidad el anuncio de la construcción de una nueva Iglesia para la creciente comunidad católica del país.
El próximo febrero comenzarán las obras de lo que se convertirá en la primera iglesia de nueva construcción en la República de Turquía desde 1923. El martes, 8 de enero, lo anunció Bulent Kerimoglu, alcalde de Bakirkoy, el distrito de Estambul donde se construirá la nueva iglesia. La noticia fue confirmada a los periodistas después de una reunión entre el mismo Kerimoglu y Yusuf Cetin, metropolitano de la Iglesia Siro-ortodoxa en Turquía. Los trabajos de construcción deben durar un máximo de dos años. La nueva iglesia se levantará en el distrito Yesilkoy de Bakirkoy, en una zona cercana al Aeropuerto Internacional Ataturk, y tendrá capacidad para más de 700 000 personas.
El aviso llena de alegría a la comunidad católica, pero, para ellos, el anuncio puede ser una bonita declaración más que una realidad.
De hecho, la construcción de la nueva iglesia ya fue notificada en 2015 por el entonces primer ministro Ahmet Davutoğlu, durante una reunión en el palacio Dolmabahçe con representantes de minorías religiosas turcas no musulmanas. Un signo de buena voluntad tras la reciente visita del Papa Francisco en nov de 2014 y además, en ese momento, la comunidad cristiana ortodoxa siria presente en Turquía, experimentó un aumento del número de fieles, con la llegada de refugiados de la Siria devastada por la guerra.
En los últimos años, ha habido varios gestos de buena voluntad por parte de los líderes políticos turcos hacia las comunidades cristianas siriacas, de modo que muchos observadores hablan de un “plan turco” para proponer a Turquía como una nueva “patria” para los muchos cristianos sirios que residen en Siria y en Europa, y cuyos antepasados se habían asentado en territorio turco.
En la actualidad, hay alrededor de 25 000 cristianos sirios que viven en Turquía, principalmente concentrados en Estambul. Muchos de ellos viven en las zonas cercanas al lugar donde se levantará la nueva iglesia.
Presencia cristiana en Turquía
La Iglesia católica está presente en Turquía desde los inicios del cristianismo constituyendo la histórica región de Anatolia, cuna del apóstol San Pablo y a la que él dedicó las epístolas a Ëfeso y Colosos. La historia de la comunidad cristiana en Anatolia prácticamente terminó con la primera guerra mundial. Un gran número de pueblos, 84 iglesias y 14 monasterios fueron destruidos. Fueron canceladas para siempre 14 diócesis armenio-católicas. Hoy, después de guerras y persecuciones, esa comunidad histórica cuenta con aproximadamente 35 000 fieles, constituyendo el 0,05 % de la población turca.
A pesar del escaso número de fieles de esta primera Iglesia (sólo 3.000) aún mantienen vivas sus tradiciones y sus lugares de culto. De hecho, los sacerdotes de la tradición de Anatolia, tienen abiertos 50 lugares de culto en la antigua capital otomana. Y cada 6 de enero, miles de griegos acuden a Estambul para participar en la ceremonia de la Epifanía, durante la cual el patriarca lanza un crucifijo a las aguas del Cuerno de Oro y decenas de jóvenes compiten nadando para alcanzar el sagrado objeto y devolvérselo al dignatario.
Los católicos de hoy conviven con diversos ritos: bizantino, latino, armenio, caldeo. Y a pesar de las duras restricciones que los afectan, la realidad es mejor que el papel. Muchas de ellas hoy no se exigen a los ciudadanos. Por ejemplo, en Turquía está prohibido cambiar de religión y todos deben declarar su fe en su cédula de identidad, ya que los cristianos son declarados ciudadanos de segunda clase, pero en verdad eso ya no se exige. Y como éste son muchos los ejemplos.
Las Iglesias cristianos no son reconocidas por el estado por lo que tienen numerosas limitaciones: no pueden tener seminario, escuelas, erigir nuevos lugares para el culto, etc. Y, pese a la libertad de culto, siempre tienen que justificar su lugar en la sociedad. En los últimos años se han registrado asesinatos muy inquietantes de religiosos católicos y protestantes. Una parte considerable de la población turca, incitada por el nacionalismo, acusa a los cristianos de querer desestabilizar la nación turca y de ser agentes extranjeros, lo cual es origen de estos signos contra la libertad religiosa.
En Turquía, los cristianos no son más que unas 100.000 personas, lo cual no es mucho en una población total que ya supera los 75 millones de habitantes. Entre ellos están los armenios (unos 80.000); los siríacos (20.000-25.000); los greco-ortodoxos (menos de 2.000), llamados rum en turco, a saber, “romanos”; y algunos centenares de familias católicas de rito latino instaladas en las grandes ciudades (Esmirna y, sobre todo, Estambul).
Estambul, que no es la capital de Turquía, es un auténtico mosaico del Cristianismo, pues allí están presentes todas las Iglesias orientales y occidentales, además de grandes corrientes como los caldeos del sureste (originarios de Hakkâri), los siro-ortodoxos de Tur Abdin, los búlgaros, los rusos (con sus iglesias construidas bajo los tejados de Karaköy), los polacos, los ucranianos, las Iglesias Protestantes y la Anglicana.
Las dificultades del proyecto
En un reportaje de enero de 2015 del diario español ABC, se puede conocer la génesis del proyecto.
Fuente ABC
“Desde el establecimiento de la moderna República de Turquía en 1923, edificar una iglesia en este país ha sido tarea imposible. Ahora, por primera vez, las autoridades turcas permitirán la construcción de un nuevo templo cristiano en el barrio estambulí de Yesilköy, y el encargado de diseñarlo ha sido un español, el arquitecto Lucas García de Oteyza (Menorca, 1980). La beneficiaria será la comunidad siriaca ortodoxa, que cuenta con unos 25.000 miembros en Turquía, la gran mayoría de los cuales residen en Estambul.
La medida fue anunciada en enero por el primer ministro turco Ahmet Davutoglu, poco después de la visita del Papa Francisco a Turquía, pero el proyecto llevaba en marcha varios años. A García de Oteyza, según cuenta ABC, el encargo le llegó en 2013 a través de la firma para la que trabajaba anteriormente, Dome Mimarlik, uno de los principales estudios de arquitectura del país.
«Al despacho llegó un encargo para participar en un concurso convocado por la Fundación de la Iglesia Siriaca, restringido a tres estudios, para diseñar una iglesia siriaca», explica este arquitecto, que vive en Turquía desde hace ocho años, habla el idioma con fluidez y está casado con una ciudadana turca. «Yo era uno de los diseñadores conceptuales de Dome, así que empecé el diseño», comenta.
Pero lo que está en juego es mucho más que un simple templo. Durante el último siglo, las autoridades turcas, inspiradas por un nacionalismo que considera que el único turco verdadero es musulmán suní, han discriminado abiertamente a las minorías como los armenios, los griegos o los alevíes. Aunque los días de las expropiaciones de propiedades cristianas y el racismo abierto han quedado atrás, todavía se siguen poniendo todas las trabas posibles a estos proyectos, alegando razones burocráticas de edificabilidad, espacio o cualquier otro pretexto.
«Hasta 2003, las leyes urbanísticas sólo permitían la apertura de mezquitas. Desde entonces, estas leyes se han ido modificando, sustituyendo el término ‘mezquita’ por el de ‘lugar de culto’, pero eso no ha resuelto el problema. Los gobernadores y los ayuntamientos no expiden los permisos necesarios», explicaba en 2009 el abogado especializado en derechos humanos Orhan Kemal Cengiz.
Algo que García de Oteyza ha experimentado de primera mano: «Presentamos un primer anteproyecto, y nos lo rechazaron porque decían que era demasiado grande. Otro por las alturas; nos recortaron mucho el edificio. Otro, porque estaba demasiado cerca de un cementerio católico», explica. «Cada pequeño paso nos cuesta tres o cuatro meses de trabajo», indica.
El último contratiempo ocurrió la semana pasada, cuando el Consejo de Monumentos volvió a rechazar el proyecto por un tecnicismo, evidenciando las dificultades que, incluso hoy, existen para erigir nuevas iglesias en Turquía, incluso para sus propios ciudadanos. Pero el español no tira la toalla, y confía en que todo se resuelva pronto. «Esta iglesia se hará», dice con rotundidad.
Esperamos que el anuncio de esta semana sea definitivo y efectivamente en febrero comiencen los trabajos y todos podamos apreciar la nueva iglesia católica en Estambul, la primera desde la creación de la nación en 1923.