Papa Francisco comenzó un nuevo viaje apostólico que lo lleva a tierras lejanas y donde los católicos son una minoría. En esta oportunidad visita Tailandia y Japón y su objetivo es hablar de paz.
Curiosamente, y es que Francisco nunca nos deja de sorprender, en Tailandia no necesita traductor oficial. Oficiará como traductora su prima Ana Sivori que lleva 50 años como misionera en estas tierras.
Sor Ana Rosa tiene 75 años y es misionera argentina en Tailandia, señala a la agencia AFP que "Es el momento adecuado para venir a Asia. Birmania y Bangladés están en conflicto. Su objetivo es alentar a la gente, construir un puente de paz".
Con evidente simpatía, la religiosa hace recuerdos de su prima a quien consideraba tímido y un poco aburrido.
"La misionera sonríe al recordar al joven sacerdote bonaerense Jorge Mario Bergoglio, que según ella no era un orador deslumbrante. En los 90 mi primo era un orador aburrido"
"Lo encontraba muy aburrido", cuenta rememorando una misa en los años 90. Todo lo contrario que ahora: hoy "sus palabras son realmente profundas", dice. Su abuelo era hermano del abuelo del papa.
Su amplia sonrisa es también un nuevo rasgo de su personalidad, explica. "Era muy tímido, reservado. Antes no sonreía, ahora sonríe mucho, le gusta estar con la gente".
Su parentesco con el papa le asegura un cierto aura entre su comunidad. Guarda cuidadosamente las cartas manuscritas que le escribe, con una letra minúscula, incluso desde que es papa.
Su última conversación en el Vaticano hace más de cuatro años fue amistosa y familiar, a pesar de los numerosos kilómetros que los separan.
"Me pregunté: ¿estoy hablando con el papa?", dice con una carcajada.