La corrupción y la mala gestión provocaron escasez de divisas, lo que a su vez dio lugar a cortes de electricidad y a que se doblaran los precios del combustible y el transporte público. “Algunos días —según el sacerdote— los cortes de luz duraban más de nueve horas, y eso afectó gravemente a los negocios, muchos de los cuales cerraron. El Gobierno dejó de importar gas, y muchas personas que vivían en departamentos no pudieron sobrevivir. Además, a raíz de la escasez de combustible, los barcos no podían salir a pescar”. Finalmente, la industria del turismo se vino abajo y cientos de miles de personas perdieron sus puestos de trabajo.
Cuando la moneda local se desplomó y los alimentos empezaron a escasear (incluidos productos básicos como la leche en polvo y medicamentos de emergencia), la gente se echó a la calle para protestar. Según el director de comunicaciones de la arquidiócesis:
“Muchos obispos, sacerdotes y religiosas apoyaron activamente esas protestas, y también nuestro cardenal se pronunció abiertamente a favor de estos jóvenes y estuvo presente en el lugar de las protestas. El 9 de mayo, gángsters pro-Gobierno comenzaron a golpear brutalmente a los jóvenes manifestantes, y al ver las correspondientes imágenes en las redes sociales, la gente de los pueblos comenzó a incendiar las casas de los miembros del Gobierno”.
Con la situación ya fuera de control, en julio, el presidente Rajapaksa huyó del país, siendo reemplazado por Ranil Wickremesinghe. “El nuevo presidente, que es una persona culta y experimentada, está haciendo todo lo posible para traer dólares al país. Ahora las cosas están mejorando, pero muy lentamente. Harán falta dos o tres años para que el país vuelva a la normalidad”, explica el P. Fernando.
Según la declaración enviada a ACN por el sacerdote, también la Iglesia se ha visto profundamente afectada por la crisis: “Tenemos un sistema de contribuciones mensuales, pero durante la pandemia los sacerdotes no las colectaron porque sabían que los feligreses estaban atravesando graves dificultades. Con el aumento de los precios los gastos se han doblado, mientras que los ingresos siguen siendo los mismos, por lo que nuestros sacerdotes tienen dificultades para gestionar las parroquias. No obstante, los sacerdotes hacen todo lo que está en su mano para ayudar a los necesitados”.
ACN ha prestado ayuda de emergencia a la Iglesia esrilanquesa. “Nuestra Cáritas también ayuda a las parroquias pobres con el dinero que proporcionan organismos como ACN, incluidos los estipendios de misas. Como diócesis le estamos muy agradecidos a ACN por ayudarnos a nosotros y a nuestros sacerdotes”, concluye el P. Fernando.