Al poco tiempo de llegar, el sacerdote se dio cuenta de que sus creyentes ansiaban educación. «Las escuelas de Sudán del Sur a veces están muy alejadas unas de otras», afirma. «Están superpobladas, por lo que, por regla general, hay que enseñar a 60 alumnos por clase y a veces a más de 100 personas en una sola clase». Según las autoridades, alrededor de las tres cuartas partes de todos los habitantes del Sudán del Sur mayores de 15 años son analfabetos. Pronto, el sacerdote se dio cuenta: «La educación es la clave para eliminar las tensiones recurrentes en la población. ¡Con la educación viene la paz!».
Además de la atención pastoral, el Padre Boniface también concede mucha importancia a enseñar a los padres el significado de la educación de sus hijos. No solo para que los niños tengan mejores oportunidades que la generación anterior, a pesar de las difíciles condiciones y problemas del país, sino también para fortalecer su independencia: «Todavía el 17% de todos los matrimonios que se celebran en el país son con niñas menores de edad; lamentablemente sigue siendo una práctica común aquí», dice el religioso.
Aunque Sudán del Sur es el tercer país más pobre del mundo, el nivel de precios es relativamente alto. «Muchos no pueden permitirse ni siquiera los alimentos básicos más simples y dependen de ayuda y apoyo». Además, numerosas enfermedades como la malaria causan problemas adicionales para el país. A pesar de todos estos problemas, el P. Boniface se muestra confiado: «Mi más sincero agradecimiento a todos los que nos apoyan o se unen a nosotros en la oración. Tengo la esperanza de que en el futuro podamos vivir una buena vida en Sudán del Sur».
La Fundación Pontificia Ayuda a la Iglesia que Sufre ha apoyado, solo desde 2015, a la Iglesia en Sudán del Sur con más de 3,4 millones de euros (2.748.227 de pesos); entre esta ayuda se cuenta la reconstrucción de iglesias e instalaciones eclesiásticos, la formación de sacerdotes, así como intenciones de Misas.