La falta de electricidad ha obligado también a las hermanas a cambiar algunas rutinas de la vida diaria en el monasterio. "Ahora estamos cocinando con leña, buscando leña para poder cocinar y comer algo caliente”.
"Es horrible, la gente ya no puede comprar nada para comer. Hay personas que sobreviven con pan y agua", cuenta la hermana Myri y pide solidaridad y oraciones por el pueblo sirio. "Me gustaría pedirles que nos acompañen con su oración por estas personas que realmente están en esta situación".
Al igual que en el pueblo de Qara, donde residen las religiosas, toda Siria sigue sufriendo debido a una economía extremadamente débil como resultado de los nueve años de guerra que ya ha causado más de 380 mil muertes y millones de refugiados y desplazados internos. El foco de violencia que perdura en el noreste del país, en la provincia de Idlib, donde las fuerzas de Damasco están tratando de liberar la última fortaleza del territorio, aún en manos de grupos yihadistas, exacerba esta situación. Los niños sirios son víctimas directas de este clima de guerra.
Según datos de Unicef, solo desde diciembre, más de 300,000 niños han sido desplazados de los hogares y vecindarios donde han vivido, de los cuales aproximadamente 1.2 millones se encuentran en una situación extremadamente vulnerable.
La Fundación ACN está llevando a cabo varios proyectos de asistencia humanitaria para las poblaciones más necesitadas de Siria, incluidos los niños. Un ejemplo de esto es la campaña "Fuel for heating" [“combustible para calentar”] con la cual ACN está apoyando cuatro grandes proyectos en Alepo y Damasco que permiten a más de 1,700 familias necesitadas, incluidos ancianos y enfermos, para que puedan preparar algo de comida y calentar por lo menos unas horas sus casas.