Alepo fue liberado el 24 de diciembre de 2016. Las pocas familias acomodadas restauraron sus hogares. Pero la mayoría de las familias cristianas son de recursos escasos y viven gracias a la asistencia de la iglesia local, apoyada por organizaciones como ACN, que ha creado programas de ayuda de emergencia para alquiler, comida y asistencia médica de muchas familias en Alepo y en otros lugares de Siria. Sin estas ayudas, los cristianos no podrían regresar a sus hogares y preservar la presencia cristiana en el Medio Oriente.
La migración por la guerra ha hecho estragos, como cuenta el sacerdote:
“El número de familias cristianas, de todas las denominaciones cristianas, que vivían en Alepo antes de la guerra era de 30.000, hoy el número ha disminuido hasta llegar a 10.000. Además, sufrimos un envejecimiento enorme, el número de personas mayores ha aumentado a dos tercios de la sociedad, no solo en Alepo, sino en toda Siria. La falta de fuerza laboral joven se agrava debido al servicio militar.”
Siria está sufriendo una crisis económica terrible desde hace más de un año. “Cuando la ciudad de Alepo fue liberada, había optimismo y durante 3 años muchos pusieron sus esperanzas en el trabajo, pero la situación económica en general va de mal en peor. Muchos están desempleados y los salarios no son suficientes para mantener a una familia de cuatro miembros. Las sanciones económicas están haciendo sufrir mucho a la población y la mala situación económica en el Líbano afectó a la economía siria, el dólar se ha disparado y con ello el costo de vida. También se suspendieron las ayudas que entraban a Siria a través del Líbano.”
Desde la liberación de Alepo, 75 familias armenio-católicas han regresado, pero desplazadas de otras áreas del país, no de Europa. “Para alentar a las familias a regresar a Siria, necesitamos levantar las sanciones económicas – como ha pedido el Papa en su discurso de Pascua – y ayudar a los jóvenes a encontrar trabajos. También necesitamos seguridad, asistencia médica y abolir la reserva militar, para que los jóvenes puedan trabajar, construir su futuro y crear una familia” concluye padre Antoine.
El coronavirus es una preocupación más entre tantas otras, pero la epidemia mundial lleva a los sirios sobre todo a temer las consecuencias económicas que, por una parte, podrían agravar todavía más el calvario de los sirios y, por otra, provocar una disminución de las ayudas y programas de emergencia, ahora más necesarias que nunca para sobrevivir.