El párroco Emmanuel A. sacerdote de una parroquia muy pobre de Sierra Leona, ha pasado estos meses de confinamiento junto a sus fieles. Como ellos ha debido cuidarse y atender las muchas necesidades que se presentan en una aldea alejada y con escasos recursos de su país. No ha podido realizar Misas, por lo que las pocas ayudas con las que contribuían sus fieles para su mantención han sido escasas o nulas.
Hace unos días escribió a ACN contando su historia.
"Durante la crisis tenía que unirme a los pescadores todos los días después de la oración de la mañana para ganarme el pan de cada día. Mi iglesia está en la playa".
Ahora se muestra muy agradecido por la ayuda recibida de los colaboradortes de ACN que han hecho posible un pequeño sueldo para sus necesidades y las de la comuniudad que él dirige.
El pueblo de Sierra Leona ha experimentado mucho sufrimiento en el pasado reciente. Las consecuencias de la sangrienta guerra civil, que se cobró innumerables vidas y devastó gran parte de las infraestructuras entre 1991 y 2002, se siguen sintiendo hasta hoy. La economía está en ruinas y más del 70 por ciento de los 7 millones de habitantes de este país del África Occidental viven en la pobreza. Las graves catástrofes naturales y la epidemia del Ébola de 2014 han complicado la situación aún más y ahora, en 2020, con la pandemia del coronavirus, la vida es aún más difícil, especialmente para los países pobres.
En todas las situaciones difíciles, siempre ha sido la Iglesia Católica la que ha permanecido al lado de la población. Así, en Sierra Leona, durante más de un siglo no solo ha prestado atención pastoral a los fieles, sino que también ha facilitado a la población asistencia médica, ha contribuido a mitigar el hambre, ha proporcionado ayuda al desarrollo y ha asistido a las familias en todas sus necesidades.