Trabajar con la población para mantener la paz en la región es una prioridad para el sacerdote: “Es importante que nosotros, como Iglesia, acompañemos a los jóvenes para que trabajen en lugar de dedicarse a la violencia. Queremos la paz y sobre todo que regresen aquellos que tuvieron que huir de sus pueblos”.
En medio de esa situación, gracias al apoyo de ACN y otras organizaciones benéficas, la Iglesia realiza varios tipos de proyectos para que la población permanezca en la región: agrícolas para garantizar la seguridad alimentaria y de apoyo a la reconstrucción de viviendas abandonadas y destruidas. Además, tenemos proyectos sociales para ayudarles psicológicamente y facilitar el regreso a los puestos de trabajo en pueblos abandonados que ahora ya son seguros a las personas que han sufrido por la violencia y pasan por periodos de frustración.
“Y, por supuesto, proporcionamos acompañamiento espiritual para llevar el perdón y la reconciliación a las poblaciones heridas —explica el padre Coly— Es por eso que cada 1 de enero, día de la Jornada Mundial de Oración por la Paz, el obispo celebra una misa solemne por la paz en una de las parroquias de la diócesis más afectadas por el conflicto. En esta ocasión se invita a las autoridades civiles, líderes tradicionales y religiosos, así como a las asociaciones de mujeres, a pedir juntos por la paz en Casamanza, soltando simbólicamente unas palomas.”
La Iglesia desempeña un papel de mediadora entre el Estado senegalés y el MFDC para llevarles a una mesa de negociación para una paz definitiva en Casamanza. Los sacerdotes y las religiosas, así como los movimientos de Acción Católica, son pieza clave en el compromiso de acompañamiento a su pueblo por parte de la Iglesia local, por eso ACN ayuda desde hace años en su sostenimiento y recientemente ha apoyado la construcción de una residencia para sacerdotes mayores.