El padre Lucas está en Ucrania desde 2004. Cuando era joven, asistió a un encuentro del Camino Neocatecumenal en Italia y acabó siendo invitado a ir a Ucrania, donde se ordenó sacerdote. Su estancia en este país del Este ha estado muy ligada a la fundación ACN. "Recibimos mucha ayuda de ACN, y no sólo ahora durante la guerra. El seminario misionero diocesano Redemptoris Mater, donde me formé, recibía y sigue recibiendo ayuda de ACN. Gracias a esta fundación pude adquirir un vehículo que utilizo para el trabajo pastoral aquí en la parroquia. La iglesia en la que se alojan estas 30 personas se construyó en gran parte gracias al apoyo de ACN, y acabo de enterarme de que hemos recibido también de ellos una ayuda de emergencia para continuar nuestro trabajo, ¡así que estamos muy agradecidos!"
Pero la comunidad sigue necesitando mucha ayuda. El padre Lucas cuenta que acaba de llegar una nueva familia con dos niños. En estas circunstancias, la gente busca sobre todo refugio y apoyo espiritual. Según el sacerdote, ni siquiera la guerra puede apagar la luz de la esperanza.
"Ayer tuvimos una boda ¡y hoy tenemos otra! La gente también viene a confesarse. Me impresiona, porque la gente viene y nos pide que los casemos, aunque saben que no podemos preparar nada elegante. No tienen ilusiones románticas, quieren vivir estos días en gracia de Dios, en familia. Incluso en medio de la guerra podemos ver que Dios es amor, sigue amando a todos y cada uno de nosotros sin límites".
La vida es difícil y constantemente peligrosa, pero al padre Lucas no se le pasa por la cabeza abandonar Ucrania.
"Su vida es mi vida, su destino es mi destino", concluye. Y no está solo. Como él, miles de sacerdotes y religiosos decidieron quedarse con el pueblo ucraniano, para ser semillas de paz y esperanza en medio de la guerra. Mientras tanto, ACN, que lleva más de 60 años ayudando a Ucrania con diferentes proyectos, ha intensificado su apoyo a los sacerdotes y religiosas que prestan ayuda material y espiritual a las víctimas de esta guerra.