como testimonia “la muerte de una enfermera cristiana de apenas 25 años, ayer, en la capital. Hace pocos días, otra muchacha, que formaba parte del coro de una parroquia de Bagdad, también falleció a causa del virus”.
En el Kurdistán la situación anduvo mejor, a tal punto que las autoridades decretaron la reapertura de las actividades comerciales e inclusive de las iglesias y de los lugares de culto, para las celebraciones. Ayer se dio marcha atrás, con el surgimiento de nuevos contagios en la región. “Con el relajamiento de las medidas de restricción - subraya el Padre Samir - esto era inevitable, en parte porque no todos acatan las medidas de contención de la pandemia, como la indicación de llevar mascarilla y respetar el distanciamiento social. Y luego, por los intercambios que se suceden entre Erbil y Bagdad: las comunicaciones entre Erbil y Dohuk están interrumpidas, pero a la capital se puede viajar sin restricciones. Ello ha causado nuevos contagios en las últimas horas, inclusive en Ankawa (4 de los 9 casos de Erbil), y en Dohuk, con siete casos”.
A la emergencia sanitaria se suma el problema económico, que ha impactado en un contexto ya de por sí crítico a causa de años de guerras, violencia extremista y enfrentamientos internos. “La crisis - afirma el sacerdote caldeo - comienza a sentirse hondamente. El 60 % de las personas ha perdido el empleo, el gobierno se topa con dificultades cada vez mayores para entregar los salarios y hay familias que no reciben sus sueldos desde hace por lo menos dos meses. El derrumbe en los precios del petróleo, la principal cuando no la única fuente de ingresos para Irak, ha sido un golpe tremendo y esto hace que surja de un modo más marcado” el error de haberse centrado exclusivamente en los ingresos provenientes del oro negro, “mientras que muchas fábricas fueron a la ruina con el correr de los años”.
La obra de asistencia y sostén de la Iglesia también ha sido afectada por la pandemia del nuevo coronavirus, ya que “por un tiempo, con los bancos cerrados, no han llegado ayudas. Ahora - explica el Padre Samir - podemos contar con las donaciones de alimentos, que hemos distribuido entre las familias más necesitadas”. El deseo es poder “hacer sentir nuestra cercanía, seguir siendo un punto de referencia para los más débiles, llevándoles el consuelo de Señor y la poca comida y los pocos artículos de primera necesidad que logramos reunir”. “El fondo del túnel -concluye - sigue siendo oscuro y aún no se sabe como salir de esto, no solo a nivel local, sino para todo el mundo, Después de dos meses de confinamiento y clausura, en el horizonte vislumbramos el tsunami que arriesga arrasar con la economía”.
ACN, así como otras instituciones ha puesto en marcha planes de ayuda para paliar en algo la desesperación de los iraquies.