A pocas semanas de que se conocieran las controvertidas palabras del presidente Duterte llamando a Dios “estúpido”, la Iglesia sigue trabajando -con igual ahínco- para mejorar las condiciones de los filipinos.A principios de mes el presidente de Filipinas, Rodrigo Duterte, sorprendió a todos, si es que eso es posible, al referirse a Dios con duros epítetos. No es primera vez que lo hace, pero en esta oportunidad la Conferencia Episcopal llamó a tres jornadas de oración y ayuno para compensar con amor las palabras del presidente.
Ahora, el servicio informativo de la Conferencia de Obispos Católicos de Filipinas destacó la predicación del padre Roy Guarin, quien reflexionó sobre el ejemplo de los mártires en momentos en que la Iglesia padece fuerte tensiones con las autoridades civiles, expresadas recientemente en los insultos y blasfemias proferidos por el presidente del país, Rodrigo Duterte (ver noticia anterior, https://www.acn-chile.org/wp-admin/post.php?post=17606&action=edit).
“Al sufrir a causa de ella, nuestra fe crece constantemente”, predicó el sacerdote. “Los Apóstoles fueron mártires por ofrecer su vida para difundir la Buena Nueva”. El presbítero recordó el ejemplo de Santiago Apóstol así como el de San Pedro, quien fue crucificado boca abajo, y de San Pablo, decapitado por orden estatal durante el imperio de Nerón.
Los creyentes en la actualidad pueden no sufrir un martirio cruento, pero sí ser perseguidos en su lugar de trabajo o en su contexto social a causa de la fe, explicó el sacerdote. Los fieles pueden ser menospreciados o insultados por prácticas de fe como el rezo del Santo Rosario, por la asistencia asidua a la Eucaristía o simplemente por recurrir a la Confesión de manera periódica.
“No podemos convertirnos en Apóstoles, pero podemos ser mártires como ellos por el sufrimiento de nuestra fe”, propuso en el p. Guarin, quien ánimo a los fieles a obedecer los mandamientos y aferrarse a la fe en tiempo de persecución y de otras formas de malicia en contra de la fe.
La actitud del presidente Duterte desgraciadamente va minando las relaciones entre los filipinos y abre el camino a la intolerancia. Y a la posibilidad de que algunos opten por la violencia y el crimen y no solo se queden en las palabras.
Es así que Filipinas se ha visto enlutada por el asesinato de algunos de sus sacerdotes. El domingo 10 de junio, desconocidos asesinaron a un sacerdote católico mientras estaba junto al altar de su iglesia y se preparaba para celebrar Misa.
Según informó el diario del Vaticano L’Osservatore Romano, el P. Richmond Nilo, de 40 años, estaba junto al altar de la capilla de Nuestra Señora de la Nieve en la ciudad de Zaragoza, provincia de Nueva Ecija, ubicada a unos cien kilómetros al norte de Manila, capital de Filipinas
El ataque ocurrió menos de una semana después de que otro sacerdote fuera herido en la ciudad de Calambia, provincia de Laguna, ubicada al sur de Manila.
El P. Nilo es el tercer sacerdote católico asesinado en Filipinas desde diciembre de 2017, explicó el presidente de la Conferencia Episcopal del país asiática, Mons. Geolina Valles, quien dijo que el homicidio lo ha dejado “profundamente triste”.
El pasado 29 de abril el P. Mark Ventura, de 37 años, fue asesinado también con arma de fuego tras haber celebrado Misa en la provincia de Cagayan. El 4 de diciembre, el P. Marcelito Paez murió durante un ataque en la ciudad de Jaén en la provincia de Nueva Ecija, tras haber facilitado la liberación de un prisionero político.
L’Osservatore Romano señala que en “los últimos ocho años, desde 2010 hasta la primera mitad de 2018, en el mundo han sido asesinados 125 sacerdotes. Casi la totalidad de ellos ha pagado con su propia vida la opción de querer vivir en medio de los más pobres, débiles e indefensos”.