Costos y penalidades
El sacerdote de rito greco-católico, que de acuerdo con la tradición oriental está casado y tiene dos hijos, cuenta que su mujer y sus hijos se vieron obligados a abandonar Kiev y mudarse a la parte occidental de Ucrania. “Dado que todo lo que tenemos tuvo que quedarse en Kiev, era necesario comprar lo esencial para su nueva vida”. Desafortunadamente, bajo estas difíciles condiciones, las finanzas se agotan rápidamente y son muy necesarias porque sus ahorros fueron apenas suficientes para sobrevivir el primer mes de la guerra”, explica. “No sabemos qué va a pasar a continuación y es muy inquietante, pero a veces la certeza se desvanece y entra el pánico. A pesar del gran apoyo de ustedes, seguimos enfrentando nuevos desafíos. Un ejemplo es que no tengo auto propio y muchas veces dependo de ayuda externa para llevar comida y realizar el ministerio sacerdotal”, cuenta el padre Andriy.
El transporte también implica un gran gasto porque los precios del combustible han aumentado considerablemente y es escaso ya que se utiliza principalmente para servicios militares y de otro tipo. “Debido a esto, tenemos que hacer largas filas en las estaciones de servicio para obtener combustible y poder visitar a los feligreses, compartir los santos sacramentos y cumplir otras necesidades”.
Un momento especial para apreciar el valor de las cosas simples
El sacerdote está convencido de que Dios salva a las personas del mal y de la desesperación. “Muchas veces nos quejábamos y nos costaba ser tan pobres. Y ahora entendemos: si podemos despertarnos por la mañana con dos ojos, brazos y piernas, ¡eso es mucho!” – enfatiza.
Ahora es un momento especial para apreciar el valor de las cosas simples. Según él la guerra es un tiempo de reconciliación: “Cuando la gente crucificó a Cristo y después cuando estaba en la tumba, tampoco vieron ningún cambio. Pero después del tormento, después de la muerte, vino la resurrección. Llegará el momento y vendrá esa resurrección”.