En Rumanía, la Iglesia Greco-Católica está sobre todo presente en Transilvania y cuenta con unos 480.000 fieles. Esta Iglesia uniata está supeditada al Papa, pero, como las restantes Iglesias Católicas orientales, celebra la liturgia según el rito bizantino.
Las Hermanas de la Madre de Dios son en Rumanía la primera congregación greco-católica femenina, y en 2021 pudieron celebrar el centenario de fundación. En un principio, esta orden se fundó para atender a los huérfanos, pero a medida que aumentaba el número de religiosas, empezaron a dedicar más tiempo a la educación de las niñas y a impartir la enseñanza en todos los grados escolares, desde preescolar hasta bachillerato y en escuelas de formación profesional, además de gestionar residencias para estudiantes. Con el tiempo, también empezaron a trabajar como enfermeras, y como tales, durante la Segunda Guerra Mundial, atendieron a los heridos en los campos de batalla.
La historia de la Iglesia Greco-Católica Rumana ha estado por lo general asociada a la persecución: inicialmente hasta 1918 porque sus fieles pertenecían a la minoría rumana de la Transilvania germano-húngara, y luego sobre todo entre 1948 y 1989, bajo el régimen comunista. Durante esa época, 25 religiosas de la congregación fueron internadas en cárceles y campos de trabajo, pero, no obstante, la comunidad prosiguió con su labor evangelizadora en la clandestinidad.
Los fieles suelen acudir a las ceremonias religiosas que se realizan en el monasterio de la Madre de Dios en Cluj /Nepoca
Las Hermanas se mantenían en contacto con los sacerdotes y obispos encarcelados, por lo que eran un importante punto de referencia para la existencia oculta de la Iglesia Greco-Católica. Reunidas de dos en dos y de tres en tres en pequeños departamentos, se les permitía custodiar el Santísimo Sacramento. Había sacerdotes que acudían a ellas para celebrar la Santa Misa, y poco a poco se fueron formando pequeñas comunidades en torno a estas religiosas. Fue así que, tras la caída del comunismo, se formaron en esos lugares los núcleos de las primeras parroquias.
Tras la caída del muro, las Hermanas abrieron un orfanato en Cluj y trabajaron en hospitales. Algunas fueron enviadas a Roma para estudiar y para formar a una nueva generación de religiosas. En 2003 se inauguró el convento de la Madre de Dios de Cluj.
A los fieles les gusta acudir al convento para reunirse con el Señor y encontrar un oasis de paz en medio del ajetreo de la ciudad. Hay varios grupos de jóvenes y adultos que participan en la oración comunitaria, la adoración eucarística y la Divina Liturgia junto con las religiosas, y muchas personas acuden a ellas en busca de apoyo espiritual. Además, durante el día, también acuden personas necesitadas que piden comida o ropa.
Pero ahora las Hermanas tienen un problema, pues su viejo sistema de calefacción necesita ser reemplazado, pero no les alcanza el dinero. Por eso han recurrido, esperanzadas, a nosotros. Queremos ser parte de ese proyecto y agradecerles su trabajo constante y generoso, les hemos prometido 20.000.048 pesos.