Fotos: ACN
Al menos 42 personas murieron en un ataque perpetrado el jueves supuestamente por antiguos miembros de las milicias musulmanas de Séléka contra la diócesis y la catedral del Sagrado Corazón en la localidad de Alindao, en el centro sur de República Centroafricana,
El papa Francisco expresó su dolor por el ataque contra un campamento de desplazados internos en el pueblo de Alindao en la República Centroafricana y pidió oraciones para que cese la violencia en este país.
“Con dolor he recibido la noticia de la masacre en un campo de desplazados en la República Centroafricana, donde murieron también dos sacerdotes. Recemos por los muertos y por los heridos y para que cese la violencia en este amado país que tanta necesidad tiene de paz”, dijo Francisco al terminar el rezo del Ángelus desde la ventana del palacio apostólico.
El ataque contra un campamento de desplazados internos en el pueblo de Alindao dejó al menos 40 muertos el pasado 15 de noviembre, entre ellos murió el vicario general de la diócesis de Alindao, el abad Blaise Mada y el sacerdote Celestine Ngoumbango.
Mada era un gran sacerdote, que tenía muchas iniciativas, que trabajaba para el diálogo y la paz, señalan a ACN quienes lo conocieron. El campamento en cuestión, brindaba protección a cristianos y musulmanes por lo que su destrucción es absolutamente deplorable.
«Las fuerzas rebeldes ex Séléka atacaron a los refugiados, casi todos cristianos, en el recinto de la Catedral de la Diócesis de Alindao. Noticias oficiales hablan de 42 muertos, las no oficiales de otros 100», alertó la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia que Sufre (ACN) sobre el ataque.
El campamento resultó completamente destruido por la acción de los terroristas. El presbiterio de la Iglesia fue saqueado, así como la casa del obispo y los locales de la misión, todos están actualmente bajo el control de los mercenarios.
Es así que el obispo de Alindao, Cyr-Nestor Yapaupa y otras personas están en el hospital de Batangafo protegidos por oficiales de la Minusca; en total son más de 10.000 las personas que buscaron refugio en el recinto del hospital apoyado por Médicos Sin Frontera (MSF), mientras que otros cientos de personas huyeron al monte.
Los hechos ocurren luego de una fuerte escalada de violencia que inició el 31 de octubre en Batangafo y prosiguió el 1 de noviembre en Bambario y ahora fue en Alindao. Este último ataque fue atribuido al grupo insurgente UPC (Unión para la Paz en la República Centroafricana).
Los disparos y el fuego han dejado a más de 27,000 personas en completo desorden; esas personas han sido desplazadas de nuevo y lo han perdido todo. Cientos de casas, letrinas y duchas han sido destruidas. El mercado y cuatro espacios temporales para el aprendizaje y la protección infantil, que solían permitir que los niños desplazados continuaran sus estudios y otras actividades educativas, también fueron incendiados.
En Batangafo, en el norte de la República Centroafricana, los violentos enfrentamientos entre grupos armados provocaron la quema de tres campamentos para personas internamente desplazadas, numerosas casas y un mercado.
Al día siguiente, en la ciudad de Bambari, la violencia también ha provocado el desplazamiento de niños, hombres y mujeres que se encuentran en condiciones precarias. “Debemos poner fin a esta violencia ciega contra los más vulnerables. Pido a todas las partes que respeten sus obligaciones en virtud del derecho internacional humanitario y que protejan a los civiles y la infraestructura civil “, declaró el Coordinador Humanitario en la República Centroafricana, Najat Rochdi.
El alto nivel de tensión en estas dos ciudades y sus áreas circundantes ha llevado a la suspensión temporal de las actividades humanitarias que salvan vidas, con la excepción de los servicios de salud de emergencia.
Para satisfacer las necesidades iniciales de estas poblaciones desplazadas y para combatir enfermedades como la diarrea y las infecciones respiratorias relacionadas con las condiciones de vida precarias, MSF ha establecido instalaciones sanitarias adicionales como letrinas y duchas en el hospital de Batangafo.
“La situación en Batangafo y en Bambari sigue siendo muy tensa. La protección de la población y la misión médica siguen siendo nuestras principales preocupaciones”, dice Omar Ahmed Abenza, jefe de misión de MSF en CAR. “Logramos tratar a los heridos que llegaron, pero las tensiones en estas dos ciudades son todavía muy evidentes. Pedimos la cooperación continua de todas las partes en el conflicto para brindar asistencia a todos los que la necesitan”.
Posteriormente, este viernes 16 un ataque contra una base de la Misión Multidimensional Integrada de Estabilización de las Naciones Unidas en la República Centroafricana (MINUSCA) en Gbambia, en el suroeste del país, finalizó con el fallecimiento de un miembro de las fuerzas de mantenimiento de la paz de Tanzania. Se sospecha que el ataque fue perpetrado por el grupo armado Siriri.
Los cascos azules protegían a los civiles que buscaban refugio en su campamento tras un ataque previo a la aldea de Gbambia. El militar tanzano resultó herido durante el ataque y falleció posteriormente debido la gravedad de las heridas.
El país, de unos 4,5 millones de habitantes, es uno de los más pobres del mundo a pesar de las abundantes reservas de uranio, oro o diamantes y es que los grupos armados controlan la mayoría del territorio centroafricano y combaten para controlar los recursos y por su influencia a nivel local.
Son muchas las instituciones que intentan dar ayuda a la población. “La situación humanitaria en la República Centroafricana sigue siendo preocupante y es probable que este último estallido de violencia amenace aún más a las comunidades desplazadas que ya son extremadamente precarias y que hoy carecen de alimentos, refugio y otras necesidades básicas”, añade Abenza.
Ayuda a la Iglesia que Sufre también ha estado en permanente colaboración con la Iglesia en Centroafrica, especialmente colaborando con los obispos de Bangui, monseñor Dieudonné Nzapalainga y monseñor Juan José Aguirre, obispo de Bangassou.