En una ceremonia online el padre Pedro Narbona recibió su premio que -más que una distinción personal- es una felicitación a dos comunidades que a pesar de ver destruido su templo, no han dejado en ningún momento de ser comunidad.
Todos juntos, dice el padre Pedro emocionado, han tratado de reconstruirse y perdonar. Detrás de los ladrillos hay una vida sobrenatural, es la vida de fe, la vida sobrenatural de personas concretas.
Ciertamente, explica el padre Pedro, lo que más fortalece es lo que Dios va haciendo en la comunidad, como cuerpo de Cristo, que, aunque herido se va reconstruyendo”.
“La gente vuelve a resucitar como Jesucristo quien nos invita a reconstruirnos y salir fortalecidos. Ya veremos cómo reconstruimos lo material, pero ahora estamos abocados a la reconstrucción de lo espiritual, sin odio, sin rencor, para que Dios convierta los corazones y termine con esta violencia.