La beatificación de cuatro misioneros en Argelia dará inició a la celebración de los 150 años de los Padres Blancos como se conoce a LA SOCIEDAD DE LOS MISIONEROS DE ÁFRICA
Aunque pertenecen a distintas regiones del mundo a todos los mueve el servicio por Africa. Ellos lo grafican como una comunidad “unida por una idéntica llamada de Jesús, una misma pasión por África y un mismo deseo de compartir en fraternidad, alegrías y sufrimientos, trabajos e ilusiones, riquezas y debilidades de hombres y mujeres del continente africano.
Somos africanos por “nacimiento” y vocación, explican. Nacimos en Argelia para África y los africanos. Nuestra primera orientación fue la del encuentro con los musulmanes. Estamos también abiertos al mismo tiempo al entero continente africano. Guardamos vínculos estrechos con las Iglesias de Oriente.
“La beatificación de los mártires de Argelia para nuestra congregación, es un signo de la bendición del Señor con motivo de nuestro 150 aniversario de fundación. La Sociedad de los Misioneros de África (Padres Blancos), orgullosa y agradecida por su pasado, puede esperar un futuro colmado de la gracia de Dios. Nuestra aventura misionera aún no ha terminado”, dice a Fides el padre Gaetano Cazzola, Provincial de Italia de los Padres Blancos, recordando que el 8 de diciembre comienzan las celebraciones por el 150 aniversario del nacimiento de la Sociedad de los Misioneros de África. Del 8 de diciembre de 2018 al 8 de diciembre de 2019, se recordará este acontecimiento con diversas iniciativas en todas las comunidades de África, América Latina, Asia y Europa.
La historia de los Padres Blancos está repleta de mártires. En 150 años, 50 miembros de la Sociedad han sido asesinados por su fe. Los primeros, en 1876, fueron tres misioneros asesinados en el Sahara. Los últimos, el 27 de diciembre de 1994, también en Argelia: Jean Chevillard, Alain Dieulangard, Christian Chessel y Charles Deckers fueron asesinados a tiros por fundamentalistas islámicos. El próximo 8 de diciembre se celebrará la beatificación de estos cuatro Padres Blancos junto con otros mártires de Argelia.
La Sociedad fue creada en Argelia en 1868 por el cardenal Charles-Martial Allemand Lavigerie, en aquel entonces arzobispo de Argel, en pleno Magreb musulmán. En los comienzos de la fundación se produjo una grave emergencia humanitaria. En Argelia hubo una terrible sequía que causó una gran hambruna y muchas epidemias. Miles de personas estaban muriendo y la diócesis de Argel tuvo que hacerse cargo de más de dos mil huérfanos. Estos acontecimientos llevaron al prelado a crear una sociedad de religiosos que se encargase de los huérfanos, la mayoría de ellos musulmanes. El 19 de octubre de 1868, comenzó el primer noviciado con 12 aspirantes a misioneros. Su tarea era la acogida, pero también el diálogo con el mundo musulmán en el que vivían. El cardenal solía decir: “Ustedes son los iniciadores, pero la verdadera evangelización será obra de los africanos”.
Para facilitar la inculturación el fundador quiso que la manera de vivir se arraigara en la cultura de los países a los que son enviados. Por ello, el hábito de los misioneros adoptó el modo de vestir de los argelinos de aquella época: gandura o túnica, burnús o chilaba y chechia roja o fez. Y de ahí que se les conozca como padres blancos.
Desde Argelia, crearon comunidades en todo el norte de África, luego en el África subsahariana y en América Latina, Asia y Europa. Desde la fundación hasta la hoy, 5.228 padres y hermanos han trabajado en la Sociedad.
“Actualmente somos 1.210, de 36 nacionalidades diferentes, 30 en Italia. En el 2018, se han unido otros 38 jóvenes, que se han convertido en misioneros. La Sociedad cuenta en estos momentos con 507 jóvenes en formación. Por lo que si pensamos en el futuro podemos estar tranquilos. La mayoría de las vocaciones proviene de África, tal y como profetizó el cardenal Lavigerie”, subraya el p. Cazzola. Pero la sociedad también crece en Europa. Se han abierto nuevas comunidades en Berlín y Karlsruhe (Alemania), Liverpool (Gran Bretaña), Toulouse y Marsella (Francia), Roquetas de Mar (Andalucía, España), Bruselas y Modica (Italia). En estas comunidades, los sacerdotes europeos y africanos trabajan juntos dedicándose a los inmigrantes y al diálogo con los musulmanes, una actividad realizada a un alto nivel a través de la gestión del Instituto Pontificio para los Estudios Árabes y los Estudios Islámicos (PISAI).
“Nuestra vocación –explican- nos impulsa a proclamar que todos podemos vivir juntos, amarnos y apreciarnos en el respeto a las diferencias. En medio de este mundo globalizado, que ha convertido este planeta en una aldea común, nuestra vocación nos impulsa a predicar con nuestra vida, la fraternidad en nombre de ese Dios Padre que nos quiere. Hacer un mundo más humano y más fraterno forma parte de nuestro carisma misionero”.