Hoy celebramos una de las fiestas más importantes del calendario cristiano. Una fecha que reúne a oriente y occidente y es que nuestra Madre nos congrega y hoy nos recuerda que nos está esperando junto a su hijo en el cielo. Porque, lo que sucedió a María le pasará a todos los que son bautizados si permanecen en Cristo. Esa es la gran promesa que nos hizo e Señor y que nos llena de gozo.
Ella, la Bienaventurada, después de su vida terrenal, emprende el camino para reunirse con su Hijo. La Iglesia oriental, desde muy temprano, señaló que la Virgen no murió, sino que habla de la Dormición y luego su Asunción. Para ellos, Jesús, agradecido del infinito amor de su Madre, la lleva en cuerpo y alma a su reencuentro en el cielo.
La primera huella de la creencia en la Asunción de la Virgen – nos cuenta el papa Juan Pablo II- se puede encontrar en los textos apócrifos Transitus Mariae, cuyo origen data de los siglos II y III. Estos son representaciones populares y en ocasiones románticas, que en este caso, sin embargo, recogen una intuición de fe por parte del pueblo de Dios.
El dogma de la Asunción de la Virgen al Cielo debió esperar siglos. La devoción popular lo celebraba desde los primeros tiempos, pero recién fue declarado en 1950 por el Papa Pío XII el 1 de noviembre de 1950 en Munificentissimus Deus.
Como explicó el mismo Pío XII, se trata de “un dogma divinamente revelado”. Para los estudiosos se presentaba una duda, la Virgen ¿habría muerto? Más tarde el Papa Juan Pablo II señaló: El 1 de noviembre de 1950, en la definición del dogma de la Asunción, Pío XII evitó el uso del término “resurrección” y no tomó una posición sobre la cuestión de la muerte de la Virgen como una verdad de fe. La Bula Munificentissimus Deus se limita a afirmar la elevación del cuerpo de María a la gloria celestial, y declara esta verdad un “dogma divinamente revelado.”
Además es muy bonito recordar cómo el Santo Padre toma la decisión de declarar el dogma. En mayo de 1946, con la Encíclica Deiparae Virginis Mariae, Pío XII pidió una amplia consulta, preguntando entre los Obispos y, a través de ellos, al clero y el pueblo de Dios, sobre la posibilidad y oportunidad de definir la asunción corporal de María como un dogma de fe.
El resultado fue contundente: sólo seis respuestas de 1181 mostraron alguna reserva sobre el carácter revelado de esta verdad.
La verdad es que sus hijos, la Iglesia, desde siempre estuvieron felices de pensar que la Virgen fue elevada a los cielos en cuerpo y alma y agradecidos han celebrado la fecha cada 15 de agosto.