¿Hay algún indicio concreto, más allá de especulaciones, sobre la identidad de los atacantes?
Fueron hombres fulani. Las tres personas que fueron liberados nos dijeron que los secuestradores hablaban en fulfulde [la lengua fulani], pero que vestían como miembros de Boko Haram.
¿Está preocupado de que haya más violencia, quizá movida por venganza?
No estoy preocupado por todo lo que está pasando en este estado, incluyendo ataques constantes a los fieles cristianos en la comunidad de Rubuh, pero nos sentimos débiles, cansados y estamos comenzando a tener miedo. Sólo nos centramos en cómo seguir vivos, buscando la seguridad en Dios, confiados en que Él luchará por nosotros.
¿Cómo van a atender a los feligreses heridos y a los que están en duelo?
Ya hemos iniciado ese proceso. Miembros de la comunidad están atendido a los niños que han perdido a sus padres. Visitamos a los heridos y los animamos a no rendirse, también rezamos con ellos. Ofrecemos misas por los secuestrados, pidiendo a Dios que haga un milagro y los traiga de vuelta sanos y salvos. También rezamos por los que han muerto, para que descansen en paz.
Nuestra comunidad no ha recibido ningún tipo de ayuda externa, nos las hemos arreglado por nuestra cuenta y hemos intentado sobrevivir. Los asaltantes fulani también dejaron sin trabajo a algunos feligreses porque saquearon sus pequeños comercios. Los dueños de estas tiendas están traumatizados y todavía en shock, ya que con su trabajo alimentaban y se hacían cargo de sus familias.
¿Cómo van a ayudar a que la gente se sienta segura para volver a la iglesia?
Para ser honesto, yo también estoy asustado. El miedo se ha llevado lo mejor de nosotros. Pero no dejaré de anunciar el Evangelio, no dejaré de ganar almas para Cristo porque ese es mi llamado. Seguiré motivando a los feligreses a mantener la fe viva, visitándolos en sus casas, compartiendo la palabra de Dios y rezando con ellos. Así, creo que se sentirán motivados.
¿Qué le dicen los sobrevivientes en relación con su fe?
Este ataque realmente ha debilitado su fe en Dios. Tienen miedo de venir a la iglesia. Cuando los visito y los animo a venir, muchos me dicen:
“Catequista, no quiero morir” o “volveré a la iglesia, pero no ahora”. Antes del incidente, los feligreses eran más de 300, pero el domingo siguiente al ataque solo 28 personas asistieron a la misa. Le pido a Dios que continue animándonos, dándonos la gracia de adorarle en alma y espíritu.
Realmente necesitamos las oraciones de todos ustedes para que no abandonemos nuestra carrera al cielo a mitad de camino.