Con el mismo cariño con el que la Virgen María educó a Jesús, las religiosas enseñan el catecismo, cuidan de los huérfanos, alimentan a quienes les falta pan, curan a los enfermos, rezan, acompañan a quienes están solos, consuelan a los que sufren... En los lugares más apartados, junto a quienes más lo necesitan, están nuestras hermanas, entregando su vida para amar y servir a los demás.
En Ayuda a la Iglesia que Sufre conocemos lo importante que es su labor y por eso, el año pasado, apoyamos a 12.000 religiosas en todo el mundo.
Ellas piden poco y dan mucho... En esta Navidad queremos darles un regalo especial: mantenerlas en su misión.
Con $1.000 pesos diarios les ayudas a llevar adelante su labor cotidiana.