de los miembros del partido gobernante hasta ahora, NLD (Liga Nacional para la Democracia), y de otros detenidos: «Ustedes prometieron la democracia. Empiecen por liberarlos. El mundo les entenderá».
Los obispos dirigen unas palabras personales a la antigua presidenta del gobierno y Premio Nobel de la Paz Aung San Suu Kyi, que también fue detenida por los militares y que ahora podría ser acusada de delitos económicos: «Siempre será la voz de nuestro pueblo. (...) Usted es la madre de la nación. La verdad prevalecerá». Al mismo tiempo, la Conferencia Episcopal subraya que «los recientes acontecimientos se basan en la falta de diálogo y aceptación mutua». «Por favor, escuchen a otros».
Advertencia de sanciones del extranjero
Por último, los obispos se dirigen en su llamamiento a la comunidad internacional, a la que agradecen sus manifestaciones de simpatía ante los recientes acontecimientos. Pero también advierten de que haya reacciones precipitadas: «Las sanciones y las condenas han dado pocos resultados. Cierran puertas y acaban con el diálogo». Las sanciones económicas «llevarían de nuevo a millones a la pobreza». Los países extranjeros deben reconocer la situación especial de Myanmar y su historia, añadieron. «La única manera es animar a los actores a reconciliarse», los obispos están convencidos de ello:
«La paz es posible. La paz es el único camino. La democracia es la única luz en ese camino».
En la noche del 1 de febrero, los militares de la antigua Birmania dieron un golpe de Estado para tomar de nuevo el poder después de las reformas democráticas introducidas hace diez años. Según los militares, el motivo del golpe fueron las denuncias de fraude electoral en las elecciones parlamentarias de noviembre, en las que Aung San Suu Kyi obtuvo la mayoría absoluta. Según observadores electorales, no hay pruebas que respalden las acusaciones de los militares. Las fuerzas armadas han impuesto el estado de emergencia durante un año en el país del sudeste asiático. Después, habrá previsiblemente elecciones, de lo cual sin embargo dudan los observadores. Estados Unidos y Europa han amenazado con imponer sanciones al país.
Según los datos del informe sobre «Libertad Religiosa en el Mundo» de «Ayuda a la Iglesia que Sufre», de los 54 millones de habitantes de Myanmar, alrededor del ocho por ciento pertenecen a una confesión cristiana, el número de católicos se estima entre el uno y el dos por ciento. Los cristianos se enfrentan repetidamente a la discriminación por parte de budistas radicales, máxime teniendo en cuenta que muchos cristianos pertenecen a minorías étnicas.