La tormenta tropical, llamada Ana, golpeó Mozambique en la madrugada del lunes 24 de enero causando muchos daños, con un reporte de 14 muertos. Se teme que el norte del país se lleve la peor parte, incluyendo el agitado Cabo Delgado, donde una insurgencia yihadista ha matado a miles de personas y obligado a cientos de miles a huir de sus hogares en los últimos cuatro años. Actualmente, hay más de 830.000 desplazados internos en las provincias de Cabo Delgado, Niassa, Nampula, Zambézia y Sofala.
Monseñor Alberto Vera, obispo de Nacala, en la costa de Cabo Delgado, en un mensaje a ACN declaraba que: "todos rezamos para que Dios nos ahorre otra gran catástrofe, en la que siempre son los pobres los que más sufren".
Nampula también ha quedado muy afectada. El obispo, monseñor Inácio Saure, habla de lluvias incesantes y de un escenario especialmente preocupante en la costa. Cientos de casas han sido destruidas, las escuelas, los centros de salud y las redes eléctricas también necesitan ser reparadas.
Por su parte, monseñor Hilário Massinga, obispo de Quelimane, afirma que aunque la tormenta no llegó a tierra firme hasta el día 24, fue precedida por dos días de fuertes lluvias. "Los ríos se desbordaron y arrastraron todo, incluyendo personas, casas y otros bienes". La comunicación con las zonas más afectadas es difícil, muchos distritos están completamente incomunicados, por lo que muchos de los daños están aún por determinar. "Las carreteras están inundadas, en otros casos los árboles se han derrumbado sobre ellas o sobre las casas. Muchas casas están en ruinas. Se supone que los seminaristas deberían volver al seminario estos días, pero al menos seis están aislados y no han conseguido un transporte seguro a la capital, Maputo".