Para el padre Antonio Chamboco, a pesar de toda la violencia, se necesita un mensaje de esperanza. “
Rezamos esta Semana Santa para que Cristo, con su pasión, muerte y resurrección, traiga alivio a estas personas que están sufriendo en este momento. Tenemos que orar y confiar en Dios para que él pueda ayudar y aliviar todo este problema que está pasando en la provincia de Cabo Delgado”.
La región de Cabo Delgado ha sido escenario, desde octubre de 2017, de ataques de grupos armados que han reivindicado su vinculación con los yihadistas del grupo Estado Islámico y ha llevado a la región a una situación de profunda crisis humanitaria. Según Naciones Unidas, a finales del año pasado había más de 670 mil desplazados y más de 2500 muertos. Con los últimos ataques la situación ha empeorado.
“El ataque a Palma es una clara escalada del conflicto. Palma era un lugar importante. Se calcula que había más de cien mil personas porque, además de los habitantes locales, más de 40 000 personas habían buscado refugio allí huyendo de ataques anteriores en otros distritos. Estas personas son de nuevo fugitivas.
¿Qué puede ser más trágico que huir como una presa de caza de un sitio a otro?” explica Kny.
La fundación ACN ha buscado desde un principio ayudar los esfuerzos de la Iglesia local con las poblaciones desplazadas, habiendo proporcionado una primera ayuda de emergencia por valor de 160 mil euros. La fundación también ha proporcionado asistencia de subsistencia a sacerdotes y hermanas de la región, financiado la formación de seminaristas, así como de otros proyectos relacionados con las necesidades más urgentes de la vida de la Iglesia en Mozambique.
“Debemos aumentar nuestro apoyo financiero y nuestras oraciones por la Iglesia en el norte de Mozambique. Ante el previsible aumento drástico del flujo de refugiados, la diócesis de Pemba y las diócesis vecinas, que ya están completamente desbordadas por este desastre humanitario, no van a ser capaces de incrementar su trabajo sin la ayuda exterior,” dice Kny.