Lo primero que se imprimió fue el Catecismo de la Iglesia Católica... Poco a poco, se fueron abordando otras cosas.
¿Cómo vivió la guerra del Cáucaso en 2008? ¿Cómo ayudó la Iglesia en ese contexto?
La guerra llegó de forma totalmente inesperada; al menos yo no creía que pudiera suceder algo así. En muy poco tiempo, Rusia dejó claro que no había esperanza para el ejército georgiano y se acercó mucho a Tiflis con sus bombardeos. Por primera vez, vi a personas presas del pánico. En nuestra sala de reuniones acogimos a refugiados de Gori durante todo un mes y nos ocupamos de ellos. Incluso hoy me envían cartas de agradecimiento con ocasión del aniversario de la guerra. Cáritas Georgia se involucró mucho con alimentos y ayuda a los desplazados. Todavía recuerdo cómo, en cuanto fue posible, salió un camión con alimentos hacia Gori. La primera ayuda que llegó allí fue la nuestra y se le entregó al obispo ortodoxo para que los distribuyera según las necesidades.
¿Cuáles son los mayores retos para la Iglesia de Georgia en la actualidad? ¿Qué queda por hacer después de muchos años de servicio misionero?
El primer desafío para el futuro sigue siendo la labor ecuménica. Esta es nuestra primera tarea y es muy difícil. La Iglesia ortodoxa sigue teniendo dificultades para abrirse en esta dirección debido a la herencia de su pasado. Los católicos no solo se sienten una minoría, sino que a menudo son discriminados y tratados injustamente. Basta pensar en las seis iglesias confiscadas que nunca fueron devueltas, pero también en la prohibición de los matrimonios entre personas de diversas confesiones. El camino ecuménico requiere mucha paciencia para buscar constantemente nuevos y posibles puntos en común y tejer relaciones que se conviertan en puentes. Nuestra universidad juega un papel importante, ya que la mayoría de los estudiantes no son católicos.
La segunda tarea, en mi opinión, es la formación de nuestros fieles para que su fe sea cada vez más fuerte y segura. Aquí, es donde los sacerdotes y religiosos están especialmente comprometidos en las parroquias. La tercera tarea es mostrar el rostro misericordioso y amoroso de Dios, sobre todo a las personas que se encuentran en especiales dificultades.
Nos damos cuenta de que somos muy pocos, también porque los ámbitos de trabajo son cada vez más grandes y cambiantes en nuestro mundo, cada vez más complejo. Afortunadamente, hay jóvenes que se preparan para el sacerdocio y la vida consagrada... pero el camino de la formación es largo, lo cual es importante, porque debe ser una buena formación. Es difícil encontrar sacerdotes en el extranjero que quieran venir a trabajar con nosotros, también porque existe la barrera del idioma. Se necesita un largo estudio y muchos sacrificios para aprender georgiano, después solo se puede utilizar el idioma aquí. Pero el Señor dispone y provee.