¿Es cierto que en el país también se registra a una fuerte corrupción?
Sí, la corrupción es terrible. El Gobierno está poniendo en marcha planes para combatirla, pero es difícil porque está muy arraigada…
Por otra parte intentamos luchar contra la “justicia popular”, a saber, que la gente se tome la justicia por su mano. Dada la pobreza existente (que disminuye en las grandes ciudades, pero aumenta en los pueblos), a veces, por el simple robo de una gallina, el ladrón es juzgado por la gente del pueblo y luego se encuentra su cadáver. Trabajamos mucho desde la Iglesia para educar a la gente, a través de nuestras homilías, la enseñanza del Catecismo y también a través de las Comisiones de Justicia y Paz, presentes en todas las diócesis. Tratamos de estar lo más cerca posible del pueblo malgache, sea cual sea su religión o sus creencias, para ayudarles e infundirles esperanza para luchar contra la corrupción.
Madagascar tiene previsto plantar 100 millones de árboles para luchar contra los desastres naturales.
Sí, porque en Madagascar nos enfrentamos a dos extremos: las inundaciones en el norte (en mi diócesis, recientemente, debido a ellas, 1.600 casas resultaron dañadas) y las sequías en el sur. La Iglesia y el Gobierno están animando a la gente a plantar árboles para luchar contra la deforestación. Por ejemplo, en el terreno que fue donado para albergar la gran Misa con el Papa en septiembre pasado, se plantará un vivero. Yo animo a los malgaches a plantar árboles frutales, pero también arroz, mandioca, etc., para que puedan alimentarse.
¿Suscitó esperanza la llegada del Papa Francisco en septiembre pasado?
La llegada del Papa fue realmente una bendición para todo el país. Todas las confesiones acudieron para escucharlo, incluso los que criticaban a la Iglesia. Hubo más de un millón de personas en la Misa. Todo el mundo olvidó sus problemas para aprovechar su presencia, realmente vieron en él a un hombre de Dios, atento a todos. Su llegada dejó una impronta duradera en los corazones.
¿Tiene usted un mensaje para nuestros benefactores?
Sí, que les agradezco su ayuda. Gracias a ACN, hemos podido construir una capilla en la prisión donde yo era capellán, así como una sala donde hemos podido instalar una biblioteca, impartir el Catecismo y luchar contra el analfabetismo. Esto ha infundido esperanza en los prisioneros, que han podido ver así el rostro misericordioso de la Iglesia, que está ahí para ayudarlos y mejorar así sus condiciones de vida.
También les pido que recen por mi diócesis, pues esta abarca 33.367 km2 y sólo tengo 33 sacerdotes: realmente necesito vocaciones, misioneros para evangelizar y anunciar la Buena Nueva. Afrontamos muchos desafíos, pero Dios y la Virgen María nos infunden valor para seguir adelante. Llevamos nuestra cruz, pero seguimos confiando en Dios. Y también rezamos por todos nuestros benefactores.