Así es como celebran el nacimiento de Jesús los que sufren pobreza y violencia en distintas partes del mundo y que ACN comparte con uds.
«La Navidad es la fiesta de la nostalgia por nuestro mejor yo, por el cielo al que buscamos en vano aquí en la tierra, por la falta de preocupaciones que solo existe en el cielo». Esto escribió el padre Werenfried van Straaten (1913-2003), fundador de la Fundación pontificia internacional «Ayuda a la Iglesia que Sufre» (ACN).
Esta «nostalgia» se aprecia particularmente en los países en que los cristianos sufren necesidad y persecuciones. En los proyectos que lleva a cabo en 149 países del mundo, «Ayuda a la Iglesia que Sufre» se encuentra con testimonios de sufrimientos, pero también con un gran optimismo que viene de la fuerza que da la fe.
Tres personas procedentes de países donde ACN realiza proyectos, relatan cómo celebran las Navidades también en circunstancias adversas y qué esperanzas despierta en ellos el mensaje del nacimiento de Cristo.
Siria: por Navidades, un aire de normalidad
Jorlette Jose Krer solo tiene 12 años, pero ya ha vivido muchas cosas más que la mayoría de los adultos: la muerte de su padre, la emigración y más de seis años de vivencias de guerra. Jorlette nació en Venezuela, cuando su padre falleció con tan solo 49 años, su madre, carente de recursos decidió en 2012 a regresar a su ciudad de origen, Alepo en Siria. Pero allí la guerra estaba en plena efervescencia. «Nunca podía salir sin acompañamiento a la calle o a reunirme con las amigas. Se escuchaban constantemente los disparos y los ataques con granadas», dice Jorlette.
A finales de 2016 terminó la encarnizada lucha por Alepo. Ahora, Jorlette disfruta de ese aire de normalidad, sobre todo en Navidades: «iré con mi madre y mi hermana mayor a primera hora a la Santa Misa. Por la tarde me reuniré con mis amigas en una cafetería del centro de la ciudad para tomar un chocolate caliente. He ahorrado dinero para hacerlo».
Los regalos al pie del árbol de Navidad serán, también este año, modestos; pero eso no es tan importante para Jorlette: «recibimos ayuda de la Iglesia, por lo que estoy muy agradecida». La Iglesia, en el caso de Jorlette, son la hermana Annie Demerjian y sus ayudantes. «Ayuda a la Iglesia que Sufre» colabora estrechamente con la religiosa desde hace muchos años.
Atiende a cientos de familias en Alepo: subvenciones para el alquiler, alimentos, medicamentos y ayuda para el suministro eléctrico, ya que todavía son muchas las familias que en la ciudad siguen estando sin luz, la infraestructura está prácticamente destruida y los generadores de electricidad son caros.
Luz a la oscuridad es lo que llevaron a comienzos del Adviento los niños de Alepo y de otras ciudades de Siria: más de 50.000 chicos encendieron velas, rezaron por la paz y expresaron sus sueños para el futuro. Incluso el Papa Francisco se unió a esa acción iniciada por «Ayuda a la iglesia que Sufre». Jorlette participó también con su escuela. La muchacha tiene una clara idea sobre su futuro: «quiero ser científica y trabajar en un laboratorio. Quiero descubrir el mundo» … un mundo en el que ojalá reine la paz.
También te contaremos la historia de esperanza y superación de Suzanna John (50), víctima del terror del Boko Haram y de Volodymyr, un voluntario de Ucrania. Léelos en nuestra web.