Así es como celebran el nacimiento de Jesús los que sufren pobreza y violencia en distintas partes del mundo y que ACN comparte con uds.«La Navidad es la fiesta de la nostalgia por nuestro mejor yo, por el cielo al que buscamos en vano aquí en la tierra, por la falta de preocupaciones que solo existe en el cielo». Esto escribió el padre Werenfried van Straaten (1913-2003), fundador de la Fundación pontificia internacional «Ayuda a la Iglesia que Sufre» (ACN).
Esta «nostalgia» se aprecia particularmente en los países en que los cristianos sufren necesidad y persecuciones. En los proyectos que lleva a cabo en 149 países del mundo, «Ayuda a la Iglesia que Sufre» se encuentra con testimonios de sufrimientos, pero también con un gran optimismo que viene de la fuerza que da la fe.
Tres personas procedentes de países donde ACN realiza proyectos, relatan cómo celebran las Navidades también en circunstancias adversas y qué esperanzas despierta en ellos el mensaje del nacimiento de Cristo.
Nigeria: «una porción extra de arroz es mi alegría en la Navidad »
Seguimos compartiendo con uds. testimonios de Navidad. Esta vez, estamos en Nigeria, un país desgarrado por los conflictos internos y conversamos con Suzanna John (50), víctima del terror del Boko Haram, «La Navidad es un tiempo de alegría»; algo increíble teniendo en cuenta lo que ha vivido esta mujer.
A pesar de que al norte de Nigeria se ha conseguido que los combatientes del grupo terrorista islamista Boko Haram se replegaran, las consecuencias siguen siendo visibles como en el caso de Suzanna. En 2015, Boko Haram saqueó su pueblo. Mataron a su marido delante de ella, y más tarde también a dos de sus hijos cuando intentaron huir.
Desde 2009, más de 20.000 personas han perdido la vida por el terror y más de 1,8 millones han tenido que abandonar sus hogares. Entre ellas, Suzanna y sus otros tres hijos que sobrevivieron.
«Estuvimos dos semanas vagando, hasta que llegamos a Maiduguri», relata. Les acogieron en la catedral de St. Patrick y desde entonces son atendidos por la diócesis. «La iglesia nos proporcionó un alojamiento y un poco de capital inicial para poder vender carbón en la calle. Así al menos puedo ganar un poco de dinero para mantener a mi familia». Pero como no es suficiente para vivir, tanto ella como sus hijos reciben paquetes con alimentos. Parte de los fondos necesarios provienen de «Ayuda a la Iglesia que Sufre».
Durante estos días, los planes de Suzanna giran en torno a una modesta cena de Navidad: «si me queda un poco de dinero compraré una porción extra de arroz. Esa será nuestra cena de fiesta». Y si no es posible, tampoco pasa nada: «siempre nos arreglamos con lo que tenemos. En Navidad, lo importante es el contenido espiritual».
Suzanna y su familia acudirá a las Misas de Navidad, «como hacemos todos los domingos». «La Navidad es la fiesta de la paz, y esa paz la necesita más que nunca la gente que vive en el noreste de Nigeria». Sus plegarias durante la Santa Misa se dirigen a la supervivencia de su familia, pues en el país sigue reinando una gran falta de seguridad. «Mi mayor esperanza es que algún día podamos volver a nuestro pueblo», afirma Suzanna.
También te contaremos la historia de esperanza y superación de Jorlette Jose Krer que nos habla desde Siria y de un voluntario en Ucrania.