“Me gustaría asegurar a vuestros benefactores que lo que están haciendo es apoyar al Líbano y a la población libanesa”, declaró ante la delegación que durante unos días visitó varios proyectos financiados por ACN.
“Habéis podido comprobar cuál es la situación: la población libanesa ya no es lo que era. Los libaneses solían vivir con dignidad, sin depender de nadie, pero lo cierto es que nuestros políticos han empobrecido a la población, la han convertido en mendigos. Además, estamos sufriendo una hemorragia de gente: cada día perdemos a miles de nuestros mejores ingenieros, nuestros mejores médicos y nuestros mejores profesores porque la devaluación de la libra libanesa frente al dólar ha destruido el poder de compra de los salarios”.
“Para que os hagáis una idea: hace un año y medio, un dólar valía 1.500 libras libanesas, mientras que ahora ronda las 25.000. Los salarios han perdido su valor, por lo que todo el mundo se ha vuelto pobre. Todo el que ha podido, ha emigrado”, explicó el patriarca Rai, que también es Cardenal.
A lo largo de las décadas, y a pesar de su pequeño tamaño, Líbano se ha convertido en hogar de un gran número de refugiados, lo que supone una presión cada vez mayor para el Estado.
“Nuestra población nunca ha cerrado sus fronteras. En 1948 acogimos a los refugiados palestinos: nuestro patriarca envió una carta a todos los conventos, escuelas y universidades de la Iglesia maronita para que les abrieran sus puertas porque eran nuestros hermanos necesitados. Actualmente son alrededor de medio millón. Y contamos con otro millón y medio de refugiados sirios, así que estamos atendiendo a dos millones de refugiados en total”.
“La comunidad internacional nos felicita y nos dice que somos hospitalarios. Pero no necesitamos que nos digan que somos hospitalarios. No podemos más”.
No se vislumbra el fin de la crisis económica y política que atenaza al país, y muchos ámbitos de la sociedad dependen de ayuda externa. ACN financia muchos proyectos en el Líbano, que sigue siendo el país con mayor proporción de cristianos de Medio Oriente. Dichos proyectos incluyen el apoyo a las congregaciones religiosas en su labor pastoral y social, el suministro de paquetes de alimentos para familias especialmente vulnerables, un apoyo económico a los profesores de las escuelas cristianas, y el pago de las matrículas escolares para los estudiantes más pobres.