Se nos pide que prestemos atención al sufrimiento experimentado por los pueblos originarios, los inuits [esquimales] y los metis, se nos pide que veamos la historia desde su perspectiva. Se nos pide que veamos las injusticias sistemáticas que los pueblos indígenas siguen experimentando como la pobreza, el deficiente acceso a la salud y a la educación y la negación de sus derechos a la tierra. Se nos pide que veamos el impacto del trauma intergeneracional, evidenciado en altas tasas de encarcelamiento, adicción y suicidio, y que apoyemos los esfuerzos para abordar los problemas subyacentes. Se nos pide que apoyemos los esfuerzos en aras de fortalecer o recuperar la lengua, la cultura y la espiritualidad indígenas. Se nos invita a reconocer la belleza y la sabiduría de las formas indígenas de ver y cuidar la Creación. Caminar juntos significa escuchar, para que podamos ser amigos y aliados en la construcción de un futuro mejor para los pueblos originarios, los inuit y los metis, y para todos los que habitan esta tierra.
El año pasado, muchas iglesias y edificios católicos fueron incendiados o vandalizados. ¿Por qué ocurrió esto y por qué la Iglesia canadiense no reaccionó con la firmeza que algunos hubieran deseado al condenar estos crímenes?
El año pasado, en los emplazamientos de los internados para los pobladores originarios de estas tierras, un georradar identificó lo que podrían ser tumbas sin marcar, eso desató una reacción de ira, frustración y trauma. En cierto modo, esto dirigió la atención de forma dramática sobre todo lo que había salido a la luz a través del proceso de verdad y reconciliación. En algunos lugares, la ira llevó a la violencia y la destrucción, incluida la quema de iglesias, muchas de ellas construidas y atendidas por feligreses indígenas locales.
Aunque muchos se manifestaron consternados por la quema de iglesias, también hubo un reconocimiento de la razón de esa ira y de que tenemos que abordar las injusticias que los pueblos indígenas han experimentado y siguen experimentando.
¿Qué ha aprendido usted de su experiencia de reconciliación con los pueblos indígenas?
Como obispo que acompaña a los pueblos indígenas, a los supervivientes de los internados y también a las víctimas de abusos sexuales por parte del clero, me identifico con el papa Francisco cuando habla de “curar las heridas”, lo cual es una parte central del ministerio de Jesús y se ha convertido en parte central del mío.
Para mí, ha sido un enorme privilegio trabajar con los supervivientes de los internados y con las víctimas de los abusos sexuales. He tenido la oportunidad de trabajar con personas maravillosas con muchos dones, que son muy sabios acerca de cómo debemos avanzar hacia la sanación y de cómo necesitamos cambiar como comunidad cristiana. Creo que el Espíritu Santo está realmente presente en esta labor.
¿Cuál debería ser el siguiente paso tras la visita pontificia?
El informe final de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación deja claro que las disculpas no son el fin, sino un punto de partida para nuevas acciones. Ya se han iniciado conversaciones sobre lo que ocurrirá “el día después de la disculpa” del papa Francisco en suelo canadiense.