El cardenal Charles Bo, Arzobispo de Yangon, denuncia el sufrimiento de las minorías olvidadas en su país. En particular, el de Kachin, una etnia cristiana del noreste del país.
“Aquellos que tienen sangre en sus manos deben rendir cuentas”, dijo Diana Sayed el lunes. El portavoz de Amnistía Internacional en la 39ª sesión del Consejo de Derechos Humanos se refirió a la violencia perpetrada por las fuerzas de seguridad de Myanmar contra los aldeanos Rohingya. Esta población continúa huyendo en masa del país, bajo la presión de los militares.
Unos días antes, con motivo del Tercer Foro por la Paz, celebrado el 1 de septiembre de 2018 en la Universidad Católica de Seúl, el Cardenal Charles Bo, Arzobispo de Rangún, también se alarmó por la violencia perpetrada por el ejército birmano contra las minorías religiosas.
Denunció el sufrimiento de los rohingyas (“una herida terrible para la conciencia de mi país”) y el de las minorías olvidadas. Recordó las ofensivas militares del pasado abril en el estado de Kachin, donde la mayoría de la población es cristiana. Estas ofensivas llevaron a que más de 7,000 personas huyeran. “Aldeas fueron bombardeadas o quemadas, mujeres violadas, iglesias destruidas, aldeanos convertidos en escudos humanos”, dijo el cardenal Bo.
100.000 desplazados solo en el estado de Kachin
Solo en el estado de Kachin, 100,000 personas viven en campamentos de desplazados internos sin perspectivas de futuro. “Una generación perdida”, para Naw Ja Gawlu, profesor de 30 años. La inestabilidad permanece en Birmania, las luchas se desatan esporádicamente y cada vez se desplazan nuevos aldeanos: “Son personas pobres que pierden todo.” Denuncia las deficiencias de las autoridades militares, pero por otro lado saluda el compromiso de la Iglesia Católica, que ayuda a los habitantes, cualquiera que sea su religión. “Realmente es como ‘un hospital de campaña’, para usar la expresión del Papa Francisco “, concluye.
La llegada de Aung San Suu Kyi, ganadora del Premio Nobel de la Paz en 1991, provocó una ola de esperanza entre las minorías étnicas y religiosas. Pero en este país donde los cristianos representan el 7.9% de la población, las autoridades militares han conservado su influencia.
Moseñor Charles Maung Bo, salesiano, es Arzobispo de Yangon y el primer Cardenal de la historia de su país. En la curia es miembro de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica; el Pontificio Consejo para la Cultura; y la Secretaría de Comunicación.
Fiel al legado de don Bosco, monseñor señaló en una entrevista con el semanario Alfa y Omega, que la mejor manera que tenía la Iglesia de evangelizar en Asia: “El diálogo interreligioso y el cuidado a los pobres. Con la tecnología, la ciencia y la comunicación la gente tiende a buscar lo mejor y lo último, y hay mucha competitividad. Se olvida a los pobres. La Iglesia no crece por proselitismo, sino por atracción. Debemos ser un pueblo alegre que comunique esta alegría. Somos felices por nuestro encuentro personal con la persona viva de Jesús. No hay otra alternativa”.