“Las iglesias literalmente han abierto sus puertas a todos y reciben a miles de desplazados internos en todas las diócesis, pero esto también es un desafío financiero. La mayor carga para las instituciones eclesiásticas en Ucrania es actualmente los gastos de funcionamiento como electricidad, agua, calefacción, etc.”, explica Kaczmarek. “En estos cinco meses hemos ayudado mucho y seguiremos haciéndolo. Necesitamos llevar esperanza a la gente”, concluye.
Fundada en 1947 como una organización católica de ayuda para refugiados de guerra y reconocida como una fundación pontificia desde 2011, ACN se dedica al servicio a los cristianos en todo el mundo allá donde estén perseguidos, discriminados o sufran necesidad material, a través de la oración, la información y la caridad.
Con oficinas en 23 países, ACN puede apoyar cada año un promedio de 6.000 proyectos en cerca de 150 países, gracias a donaciones privadas, ya que la organización no recibe ayudas gubernamentales.
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