Almaty (Agencia Fides) La situación en Kazajistán, tras la revuelta popular iniciada el 5 de enero, se ha "normalizado", pero en las calles de Almaty permanece "un velo de profunda tristeza". Lo cuenta a la Agencia Fides el P. Guido Trezzani, misionero en la comunidad de la "Aldea del Arca" en Talgar, cerca de Almaty, director nacional de Cáritas Kazajistán.
El misionero observa: “Somos muchos los que sentimos sensaciones desagradables ante lo ocurrido en los últimos días en una parte de la población. Al margen de los criminales y asesinos que han provocado todo esto, se encuentra toda la masa de gente corriente que les ha seguido: maridos, esposas, abuelos e hijos que iban por las calles asaltando tiendas y supermercados con una sonrisa en la cara, como diciendo: ‘¿Por qué no? Todo el mundo lo hace’. Esto ha causado en el resto de la población mucha tristeza y amargura”.
Desde hace unos días, la gente intenta volver a la vida normal, “pero todavía hay mucha tensión. Algunas de las madres que participan en el proyecto de Cáritas Kazajistán para niños con síndrome de Down viven en las zonas más afectadas y todavía tienen miedo de salir de sus casas”, explica don Trezzani, que añade: “La noticia de ayer es que pasaremos automáticamente de un bloqueo bélico a un bloqueo sanitario: volvemos a estar en zona roja porque parece que el número de infecciones por Covid-19 ha aumentado repentinamente”.