Misa Crismal con renovación de votos, Diócesis de San Cristóbal, comunidad de El Piñal. Venezuela.
Este Jueves Santo te invitamos a profundizar el misterio de la Cruz y la inmensidad del amor de Cristo por cada uno de nosotros. Acudimos a nuestro fundador, padre Werenfried, para meditar los episodios de la Pasión del Señor.
Hoy que los sacerdotes renuevan sus promesas sacerdotales, en ACN elevamos una sentida oración de agradecimiento por mostrarnos a Cristo y rezamos por su fidelidad y servicio a los fieles.
Los sacerdotes de Cristo
Llamamos a la Iglesia el Cuerpo Místico de Cristo. Esto significa, entre otras cosas, que Cristo debe continuar sufriendo a través de los siglos en Su Iglesia lo que El sufrió durante Su vida en la tierra. Perseguido por Herodes, odiado por los fariseos, traicionado por Judas, abandonado por Sus discípulos, murió como un criminal en la Cruz. En la historia de la Iglesia se repiten, una y otra vez, estas etapas de su vida. Hoy en Su Cuerpo Místico está viviendo la hora de su Getsemaní, cuando Judas lo entregó y los otros apóstoles lo abandonaron, sólo una o dos horas después de haberse ordenado como sacerdotes. Once de ellos regresaron. ¿Cuál de nosotros ha sido siempre tan fiel que no ha tenido necesidad de regresar?
Nosotros, los sacerdotes, somos el mayor peligro para la expandión del Reino de Dios. Cristo asumió este peligro, a pesar de que ya sabía a cuál de nosotros llamaría. Por lo tanto, recompensará a todos los que contribuya a disminuir este peligro acompañando a un sacerdote con sus oraciones y sacrificios.
Nosotros los sacerdotes, no debemos olvidar nunca que Cristo, que es la luz del mundo, nos envía al mundo para que brillemos como una luz a pesar de nuestra debilidad y para que podamos ser reconocidos como el Cristo que sigue viviendo en el mundo. El no nos envía a adaptarnos al mundo sino a seguirlo a El. Eso nos compromete a una vida de fe y esperanza en nuestro Padre celestial, a una vida de oración, humildad, abnegación y amor a la Cruz, una vida en la que aceptamos la Palabra de Dios con un corazón puro y la predicamos con fidelidad”.