La fundación pontificia ACN está terriblemente conmovida por la noticia del asesinato del Padre Simeon Yampa, sacerdote de la Parroquia de Dablo, en el centro-norte de Burkina Faso. La iglesia fue atacada por un grupo de veinte hombres armados justo antes de la celebración de la santa misa (ayer) domingo 12 de mayo, matando al sacerdote y a cinco feligreses más. La casa sacerdotal, anexa a la capilla y parte de la parroquia que está bajo el patrocinio del Beato Isidoro Bakanja y atiende a 18 aldeas, había sido construida con ayuda de ACN hace apenas seis años.Rafael D’Aqui, responsable de los proyectos en Burkina Faso de ACN, cuenta muy afectado “que la fundación ayudó a esta comunidad en 2013 porque había una capilla desde hace mucho tiempo, pero querían que fuera una parroquia donde hubiera presencia estable. En el informe que nos mandaron al terminar la construcción de la casa sacerdotal, describían como fue ese momento histórico lleno de emoción para toda la comunidad cristiana. Estaban felices porque tendrían sacerdotes ayudando a los ocho catequistas que estaban allí. Era un sueño hecho realidad y la alegría era evidente en todos los rostros” recuerda D’Aqui.
Dablo es una región muy pobre y de pocos recursos por la falta de lluvias y una deficiente producción de alimentos pero no se temía peligro alguno cuando se abrió la parroquia, Burkina Faso era un país ejemplo de paz y armonía. Como detalla Rafael D’Aqui el informe iba acompañado de un mensaje profundamente optimista: “Con su ayuda el equipo de sacerdotes encargados de la parroquia puede llevar a cabo tranquilamente actividades pastorales para los pueblos de la localidad.” Y es que las minorías cristianas (23.9% de la población) y los animistas (21.3%) no han sufrido con anterioridad discriminación en este país de mayoría musulmana y con un buen entendimiento entre las diferentes comunidades religiosas, como también se lee en el último Informe de Libertad Religiosa publicado por la fundación ACN.
Si bien desde el punto de vista político Burkina Faso ha sido blanco desde hace unos años de ataques yihadistas alimentados por los vecinos del norte Mali y Níger al norte del país, estos ataques no afectaban a las religiones. La situación ha cambiado bruscamente en los últimos meses, donde después de una serie de incidentes – atentados, secuestros, intimidaciones y amenazas – todo parece apuntar que los cristianos han pasado a ser uno de los objetivos de los yihadistas para desestabilizar el país.
Padre Simeón
Hace apenas dos semanas, concretamente el 28 de abril, un pastor protestante junto con dos de sus hijos y otros tres fieles fueron asesinados durante el ataque a la iglesia Silgadji, situada a 60 kilómetros de Djibo, también en el norte del país.
Con ellos son tres los clérigos asesinados en 2019. Además del padre Simeon Yampa, sacerdote católico que perdió la vida en Dablo, y del pastor Pierre Ouedraogo de Silgadji, el 15 de febrero fue asesinado un misionero salesiano de origen español, el padre César Fernández, durante el ataque a un puesto de aduanas en el sur del país, cerca de la frontera con Togo.
Asimismo con paradero desconocido desde el 17 de marzo se encuentra el padre Joel Yougbare, sacerdote católico secuestrado en la frontera de Mali. Por otra parte, la fundación ACN ha denunciado amenazas en varias partes del país que han obligado a cancelar las misas dominicales o incluso a congregaciones religiosas a dejar sus conventos.
“Los grupos yihadistas van por las aldeas amenazando a los habitantes locales para que se conviertan al Islam, cerrando comunidades cristianas y lugares de culto, así como escuelas y centros de salud” señala Rafael D’Aqui. “La iglesia de Burkina está sufriendo mucho con toda esta situación, me impresiona su fortaleza. La comunidad internacional tendría que reaccionar para no dejar que Burkina Faso sea campo de acción de los grupos fundamentalistas. Rezamos para que la paz regrese a este país.”