Domingo de Gloria, los ángeles y el cielo entero resuenan con los coros que cantan la gran noticia: Jesús ha resucitado. Acudimos a nuestro fundador, padre Werenfried, para meditar los episodios de la Pasión y Resurrección del Señor.
“¿Por qué buscan entre los muertos al que vive?”
Si alguna vez existió algo sin ninguna esperanza, ésa fue la causa que Cristo adoptó. No tenía ninguna esperanza el día Viernes Santo, cuando murió en la Cruz y fue enterrado bajo una pesada piedra. Todo había terminado. Sus enemigos volvieron a sus tareas habituales. Pero no había terminado. Era el verdadero comienzo. Esto se ha repetido muchas veces en la historia. La Iglesia a menudo ha estado en una situación desesperada. Su epitafio ya estaba preparado. Pero cada vez apareció un nuevo comienzo. Esa es la certeza de aquellos que creen en Dios Todopoderoso y en Aquel que Él ha enviado: Jesucristo, nuestro Señor.
Debemos buscar al Cristo resucitado como lo hicieron las mujeres que acudieron al sepulcro aquella mañana de Pascua. El ángel también nos dice a nosotros: “¿Por qué buscan entre los muertos al que vive?” No, no busquen vida entre los muertos, entre aquellos que no tienen amor y yacen enterrados en la tumba de su egoísmo. El hombre sólo puede vivir por amor. Y toda la injusticia sobre la tierra, todas las desgracias, todo el temor y terror, toda la persecución y opresión, todas las guerras y baños de sangre son sólo posibles por falta de amor. Cualquier plan inhumano que puedan idear los tiranos, dictadores y terroristas de nuestra época, tiene su origen en los muertos. ¿Por qué buscan a los vivos entre los muertos? ¿Entre los que viven únicamente para sí mismos, para dinero, sus posesiones y su placer?
De manera que dejen que el Cristo resucitado reine en ustedes para que pueda renovarse a través de Su poder transformador. No busquen vida entre los muertos, entre los egoístas. Actúen de acuerdo a las palabras de Jesús: “Les doy este mandamiento nuevo: que se amen unos a otros”.Entonces uds. se renovarán, como Pedro, Juan, las santas mujeres y los discípulos de Emaús. Ellos dejaron de sentir temor, fueron testigos ny tuvieron amor.
Sólo si tienen amor Cristo los podrá encontrar y decir:”¡La paz sea con ustedes!” Donde no hay amor, es imposible la paz. No queda otra salida que el amor.”