La Iglesia Católica Caldea concluyó un sínodo de una semana en Bagdad y dio gracias a Dios por el regreso de numerosos cristianos desplazados a sus lugares de origen en la llanura de Nínive y por los logros pastorales en sus diócesis.
El sínodo, celebrado del 7 al 13 de agosto por invitación del cardenal Louis Raphael I Sako, el patriarca católico caldeo, reunió a líderes de iglesias y participantes de Irak, Estados Unidos, Irán, Siria, Líbano, Canadá, Australia y Europa para debatir temas vitales para el futuro de la iglesia tanto en Irak como en su diáspora.
Dale Gavlak, en su reporte, destacó las conversaciones de los patriarcas y otros líderes; señaló que se propusieron candidatos potenciales para las elecciones como nuevos obispos porque varios clérigos iraquíes están llegando a la edad de jubilación. El arzobispo caldeo Yousif Thomas Mirkis de Kirkuk, Irak, dijo a Catholic News Service que no se darían a conocer nombres hasta que la Santa Sede lo apruebe.
Dijo que un punto clave de la discusión se centró en la necesidad de “un mayor número de sacerdotes, monjes y monjas calificados” para trabajar en las iglesias católicas caldeas a fin de “preservar la identidad y cultura orientales de cada país y sus tradiciones”.
Los participantes del Sínodo criticaron el sufrimiento experimentado por los cristianos y otros iraquíes en los últimos cuatro años tras la toma del poder por parte del Estado islámico de Mosul y las ciudades de la llanura de Nínive, así como el deterioro de las instituciones políticas, económicas y sociales de Irak.
También elogiaron los esfuerzos humanitarios de las iglesias y las organizaciones cristianas para ayudar a los desplazados a regresar a sus hogares y restablecer sus vidas. El sínodo expresó “un sincero agradecimiento a todas las instituciones eclesiásticas y organizaciones civiles internacionales que los apoyaron durante su larga experiencia”.
Los funcionarios de la Iglesia y la comunidad internacional han expresado su creciente preocupación de que, a menos que las antiguas minorías religiosas de Irak reciban apoyo para su reconstrucción, muchos buscarán una nueva vida en otro lugar. Los observadores creen que de 400,000 a 500,000 cristianos viven ahora en Irak, en comparación con 1,5 millones antes de la caída del régimen de Saddam Hussein en 2003.
Los caldeos son oriundos de Iraq, sus raíces se remontan a miles de años atrás. El sínodo dijo que los cristianos iraquíes aún aspiran a que el gobierno establezca “un Estado civil nacional fuerte que les brinde a ellos y a otros ciudadanos igualdad y una vida digna, y los preserve en una atmósfera de libertad, democracia y respeto por el pluralismo”.
Los líderes religiosos también expresaron su apoyo a los múltiples esfuerzos del cardenal Sako por alentar y construir la unidad nacional en Irak. Además, instaron a los funcionarios del gobierno iraquí a ayudar a los desplazados a “reconstruir sus hogares, rehabilitar la infraestructura de sus ciudades y mantener sus propiedades”, ya que la mayoría de los esfuerzos de reconstrucción han sido iniciados por la iglesia, donantes internacionales y gobiernos extranjeros.
El sínodo hizo un llamado a la comunidad internacional para ayudarlos a “un retorno digno y seguro”. El sínodo pidió el fin de la guerra en Siria y en otros países del Medio Oriente. También pidió a Estados Unidos e Irán que se involucren en la diplomacia para resolver sus diferencias y evitar medidas punitivas, diciendo que “las guerras y las sanciones solo tienen consecuencias negativas”.
Los líderes de la iglesia ofrecieron a los musulmanes sus mejores deseos para las próximas festividades de Eid al-Adha, del 21 al 25 de agosto, y expresaron un sincero deseo de que ambos busquen una “vida común en paz, estabilidad y amor”.