Este fin de semana el Santo Padre inició un inédito viaje a Lituania, Estonia y Letonia. Países muy lejanos y desconocidos para nosotros que han librado una dura batalla por su libertad. De hecho uno de los momentos más significativos de su periplo por los países bálticos se dio ayer en el Museo de la Ocupación y de la Lucha por la Libertad en Vilna.
Oración y recogimiento han marcado los primeros días de la visita papal. El recuerdo de las víctimas judías y de los sacerdotes y religiosos asesinados ha marcado las jornadas.
Es así, que en Riga, hablando a los fieles reunidos en la Catedral -que honra al apóstol Santiago- les recordó que son un pueblo que ha sido sometido a toda clase de pruebas: “el horror de la guerra, la represión política, la persecución y el exilio”. Y frente a ellas, han sido “constantes” y han “perseverado en la fe”: “Ni el régimen nazi, ni el soviético apagó la fe en vuestros corazones y, en algunos de vosotros, incluso, no os hizo desistir de entregaros a la vida sacerdotal o religiosa, a ser catequistas, y a múltiples servicios eclesiales que ponían en riesgo la vida”. Y es por eso – expresó el Papa a los fieles presentes – que “habéis combatido el buen combate”.
Monumento a las víctimas de la ocupación soviética en Vilna, Lituania. AFP
El domingo, en el 75 aniversario de la destrucción del gueto judío de Lituania, y en el marco del centenario de la declaración de independencia de las naciones bálticas, el Papa ha visitado el Museo de la Ocupación y de la Lucha por la Libertad en Vilna, capital de Lituania.
A su llegada, el Papa ha sido recibido por el director del museo, y ha estado acompañado por el Arzobispo de Vilna, Mons. Gintaras Grušas. Juntos, han bajado el piso inferior del edificio, para visitar las celdas nº9 y nº11, donde el Papa Francisco ha encendido una vela en memoria de las víctimas, y se ha quedado unos minutos en silencio, rezando.
La visitó la realizó junto a un obispo anciano, de la Compañía de Jesús, superviviente de las persecuciones. Siempre en silencio, el Santo Padre recorrió la sala de ejecuciones.
Terminada la visita privada, el Papa se ha trasladado en coche al Monumento de las Víctimas de la Ocupación y Lucha por la Libertad para orar por las víctimas de tanto sufrimiento.
Pero no todo fue tristeza. El Papa, como siempre, se reunió con los jóvenes, momentos singulares en todos sus viajes, como bien lo vimos en Maipú durante su visita a Chile, en enero pasado. A los jóvenes que repletaban la explanada frente a la Catedral de Vilna, Lituana, los animó a “no tener miedo de seguir a Jesús y su revolución de la ternura”, a estar despiertos ya que “la vida no es un videojuego en el que alguien gana la partida”, sino que esta se mide en otros tiempos; “tiempos parecidos al corazón de Dios”.
“Sean jóvenes de camino y no de laberinto”, exhortó por último el Papa. “No vayan dando vueltas por la vida, sobre sí mismos, sin atinar por el camino que conduce hacia adelante”.
Ocupación soviética y alemana
Zenit en su reportaje de la visita papal, explica la importancia del Museo de la Ocupación y de la Lucha por la Libertad. “Es interesante saber que tanto la Gestapo nazi como la KGB soviética eligieron este lugar como su cuartel general, cuando ocuparon Lituania con mano de hierro. El museo lleva a los visitantes a través de la historia, comenzando con la resistencia, luego a las invasiones, primero alemán, luego ruso, cuando el destino de la Segunda Guerra Mundial se volvió contra Hitler.
Lituania se convierte así en una república de la Unión Soviética, hasta el tan esperado colapso del comunismo en toda Europa del Este. La represión de la disidencia política fue despiadada, y consistió en limitaciones de todo tipo para la libertad personal, el arresto, el interrogatorio, la detención, la tortura y la muerte.
El sótano fue utilizado como una prisión. Había células con incluso 20 personas amontonadas en el suelo desnudo; tanques llenos de agua helada donde arrojarían prisioneros. La celda de aislamiento era un agujero sin ventanas. Hay otras celdas en el patio, lugares donde a algunos se les permite respirar un poco, pero no más de una hora por día. El régimen penitenciario mejoró solo un poco a mediados de la década de 1960, con la muerte de Stalin. La represión, en nombre del ateísmo estatal, no perdonó a la Iglesia.
El cardenal Audrys Juozas Backis, arzobispo emérito de la capital lituana de Vilnius, ha comentado: “Pensemos que solo quedaban nueve iglesias abiertas, la catedral era una sala de conciertos… la iglesia de San Casimiro era un museo… ¡un museo de ateísmo!”
“Juan Pablo II dijo –ha continuado– que lo que sucedió en nuestros países es una catástrofe antropológica que ha tocado la conciencia de la gente. Los abuelos son aquellos que han transmitido algo… la religión era como una pieza de un museo antiguo, que no había vivido”.
Y tantos obispos y sacerdotes ingresaron aquí, acusados de propaganda antisoviética. Los que se marcharon generalmente se dirigieron hacia el gulag siberiano, porque la alternativa era una bala apresurada en la cabeza, en la llamada cámara de ejecución.
El trágico balance final para toda Lituania se dibuja en un panel frente a la entrada: 50.000 muertos en la conciencia de la Rusia comunista, y aún más aquellos asesinados por los alemanes: alrededor de 240.000, en su mayoría judíos, que hicieron de Vilnius la famosa “Jerusalén del Norte “. Hoy, solo quedan 5.000 en todo el país.
El museo se estableció apenas un año después de la independencia lituana. Hoy acoge a casi 90.000 visitantes al año y promueve iniciativas escolares tales como enseñar a los jóvenes cómo la libertad que disfrutan es un bien preciado.
Cada año, los jóvenes lituanos que no han visto estos eventos, afortunadamente para ellos, con sus propios ojos, vuelven a representar la historia reciente de su país a través de fotografías, cortometrajes, exhibiciones y objetos hechos a mano. Los dibujos que se muestran aquí en la entrada del museo son los más hermosos e inspirados.
Dale Rudiene, un organizador que trabaja dentro del Ministerio de Educación de Lituania, dice: “Todos los años organizamos este concurso y participan unos 1.000 estudiantes. Si no conoces el pasado, ¿cómo puedes construir un futuro sin opresión, sin crueldad?”