encontrarse a una distancia de hasta 45 kilómetros de la sede parroquial.
En cambio, otros lugares son tan remotos que aún no se ha predicado el Evangelio allí. Y es que las condiciones en que se encuentran las carreteras son desoladoras, y en la época de lluvias los caminos se convierten en pistas de barro por las que resulta casi imposible transitar. Allí se requiere un potente vehículo todoterreno, pero los tres Capuchinos de la parroquia solo disponen de una motocicleta y un coche viejo. Eso es mejor que nada, pero impide que los sacerdotes puedan atender las filiales remotas con la intensidad necesaria y mucho menos visitar con regularidad las aldeas remotas. Esto es motivo de preocupación, porque no solo se dejan solas a las personas con sus necesidades espirituales y, a menudo, también materiales, sino que, además, allí donde la Iglesia no está presente existe el riesgo de que se extiendan las sectas.
Por todo ello, el párroco, P. Robinson Melkis, nos ha pedido ayuda para comprar un todoterreno. Según nos escribe,
los viajes son necesarios para “mantener viva la llama de la fe cristiana en el corazón de los creyentes”.
Para ello le faltan $ 8.470.200 (10.000 euros), que nosotros ya le hemos prometido.