“La Pascua cristiana en Tailandia así como la estación cálida coincide con el Año Nuevo (Songkran), el comienzo de un nuevo ciclo de vida, el festival de colores y la fiesta de los ancianos y de la familia”. Jueves 18 de abril, El padre Attilio De Battisti, misionero de fidei donum en Chiang Mai, relata a Fides: “Durante esta semana, la fiesta más importante del país, tenemos varias costumbres importantes. Uno es el “Cedi” de arena. Según la enseñanza budista, al comienzo de cada nuevo año, se invita a las personas a quitarse el polvo que se quedó en sus pies durante el año pasado. Luego, niños, jóvenes y adultos, van a los templos con cubos de arena para comenzar de nuevo el ciclo del tiempo. En todas partes se ven montículos de arena con algunas flores o banderas. A estas alturas, se ha vuelto habitual construir réplicas más o menos grandes y solemnes del famoso Cedi con arena”.
“El significado es claro: es un momento en el que comenzamos de nuevo. En una visión cíclica de la historia donde todo se repite, donde los renacimientos marcan la espiritualidad, volver a las cosas tal como eran es un gesto importante. Lo que se ha eliminado debe restaurarse, lo que se ha desvanecido debe restaurarse. Es similar al sentido original del jubileo judío”, explica el sacerdote.
“A veces este festival de Songkran distrae a los cristianos tailandeses de los ritos de la Semana Santa, pero al mismo tiempo me complace que hayan encontrado una forma popular de expresar la sensación de haber nacido de nuevo”, subraya el padre Attilio. “Es importante reflexionar sobre estas costumbres a la luz de la fe cristiana: comenzar de nuevo, hacer cosas nuevas, morir al pecado y participar en la vida renovada de Cristo resucitado no es poner a cero todo y comenzar de nuevo como si nada hubiera sucedido. Los cristianos miran hacia adelante conscientes de su propia fragilidad y cargados con su propio pecado pero fortalecidos y renovados por el Cristo que confirma su pacto con sus criaturas nuevamente. Jesús no elimina el pasado, sino que lo toma y lo transforma. Los cristianos una vez más pueden recibir la gracia de Cristo para ser más fieles y generosos”, concluye el misionero.
El songkran es rico en tradiciones simbólicas. Donde visitar templos locales y ofrecer comida a los monjes budistas son prácticas usuales. Asimismo, los vierten agua sobre los mayores y sobre las estatuas de Buda. Representa la purificación y el lavarse a sí mismo de los propios pecados y de la propia mala suerte. Como festival de unidad, los emigrantes suelen volver a casa de sus familiares. Como señal de respeto, los jóvenes suelen verter agua sobre las palmas de las manos de los ancianos. Reverenciar a los ancestros es también una parte importante del songkran.
Y entre la juventud se ha popularizado el Songkran como un festival del agua, en el que participan los locales y turistas. Se cierran las principales calles al tráfico y se usan como escenario de batallas de agua. Se llevan a cabo desfiles de trajes típicos tailandeses y por unos días todo el alegría y color.
Distinto al ambiente que vivimos los cristianos, pero compartimos el espíritu de renovarnos en la fe.