Ayer el Papa Francisco comenzó a celebrar su cumpleaños de forma adelantada. Hoy 17 de diciembre cumple 82 años y ayer celebró la ocasión junto a niños de distintas nacionalidades que se atienden en el dispensario pediátrico del Vaticano.Los pequeños, sus familias, personal médico y voluntarios del lugar, liderados por la hermana Antonietta Colacchi de las Hijas de la Caridad, llenaron el Aula Pablo VI y compartieron con el Santo Padre a quien regalaron varias tortas con distintas decoraciones.
Francisco bromeó con ellos diciendo que esperaba que “un pastel tan grande no le provocara indigestión” y sopló una vela sobre la torta decorada con los colores oficiales amarillo y blanco del Vaticano, destacó AP.
Dijo que los niños son buenos para enseñarles a los adultos a ser humildes, a comprender mejor la vida y a la gente. “Los orgullosos, los arrogantes, no pueden comprender la vida porque son incapaces de rebajarse”, dijo Francisco.
Como para comprobar el punto, el Pontífice se negó a sentarse en una silla tapizada y optó por sentarse en los escalones del escenario del auditorio del Vaticano.
Dos madres, una peruana y una musulmana, fueron quienes compartieron con el Papa su experiencia de ver atendidos a sus hijos en el dispensario que acoge a gente de todo el mundo sin distinción de religión ni de ningún otro tipo.
Uno de los niños, el pequeño Giacomo, fue quien deseó un feliz cumpleaños al Papa en representación de sus compañeros.
Además, en la oportunidad, todos corearon una canción compuesta especialmente por Ludovico Sacco, Director del coro de Rovereto, que usa las grandespalabras de Francisco: “Permiso, disculpas, gracias”.
Una de las tortas, la que tenía las 82 velas, llevaba una leyenda: “No podemos acostumbrarnos a las situaciones de degradación y miseria que nos rodean. Un cristiano debe reaccionar”.
El Santo Padre, visiblemente contento, regaló a los niños bolsas de Navidad llenas de dulces. Los asistentes también pudieron compartir un almuerzo en el que se obsequió diversos regalos a los niños y en donde cada familia recibió un panetón, el clásico pan navideño italiano.
Con ayuda de médicos, enfermeros y voluntarios, la fundación Dispensario Santa Marta asiste a unos 400 niños, muchos de ellos de familias inmigrantes, y a sus madres.