Esta semana se han verificado acercamientos y gestos que permiten pensar que el futuro aún no está escrito. Autoridades y oposición, bajo la atenta mirada y colaboración de la Iglesia se han sentado nuevamente a conversar. Y uno de los primeros actos del gobierno fue dejar en libertad a 100 presos políticos. No es un gran número, quedan muchos jóvenes –sí jóvenes- en prisión, pero al menos es un buen comienzo.Compartimos con uds. extractos de una entrevista realizada por ReligionDigital a monseñor Silvio Baez, obispo de Nicaragua que por estos días visita España.
Monseñor es enfático en señalar que Nicaragua sufre “una crisis política con unas dimensiones humanitarias dramáticas, de no respeto a los derechos humanos y profundo desequilibrio económico”.
La iglesia no ha trepidado en su defensa a la ciudadanía. Como señala monseñor: “Nuestra Iglesia ha leído los signos de los tiempos con los ojos de Jesús, con compasión y actuando de modo solidario”
Desde los pobres de la tierra, la Iglesia nica descubrió que, en la actual situación de crisis, “el camino es el diálogo, único modo de romper la disyuntiva entre polarización y discusión, para abrir senderos de democratización y luchar por las paz y la justicia”.
Porque su mediación se basa en estos principios: Una espiritualidad fuerte y desideologizada, una eclesialidad de inserción, al servicio de la reconciliación. Es decir, “una Iglesia que tiene el gusto de ser pueblo, sin clericalismo y sin aburguesamiento, estando cerca de la gente como el buen samaritano, para que no nos cueste inclinarnos y socorrer a los necesitados”. A través de una receta que nunca falla, cuando es auténtica: el diálogo.
El camino del dialogo
A pesar de los pesares y de que el anterior intento de diálogo fue suspendido en mayo de 2018, cuando las protestas derivaron en violentos enfrentamientos que, según organismos defensores de Derechos Humanos, dejaron más de 320 muertos y 600 detenidos.
Tras varios intentos fallidos, ahora se ha abierto una nueva etapa de diálogo, en la que también está la Iglesia. “Con tal de abrir caminos, a la Iglesia lo que menos le importa es el título, que nos llamen mediadores o testigos es lo de menos. Lo importante es que se abra el sendero, aunque parezca ambiguo e imperfecto, porque el problema de Nicaragua es demasiado complejo para una solución inmediata, pero hay que tener esperanza”, añadió.
Siempre con el horizonte esperanza, Báez se alegra, incluso, por la reciente liberación de presos políticos realizada por el régimen de Ortega, aunque la tachó de “insuficiente” y reclamó “la liberación total de todas las personas encarceladas por motivos políticos” en el país.
“No puedo no alegrarme por los cien presos liberados, es un pequeño signo, ambiguo e imperfecto, pero que abre una ventana de esperanza. Pero es muy insuficiente de cara al drama que vive el pueblo nicaragüense, todavía hay centenares en las cárceles. Uno de los primeros pasos que se deben dar es la liberación total de todas las personas encarceladas por motivos políticos”, dijo el prelado.
Una imagen que recorrió el mundo
Los obispos abriéndose camino con la custodia fue una imagen que nos sobrecogió y no dejó a nadie indiferente. Jugaron un papel importante e impidieron que más sangre fuese derramada, pero no lograron detener el conflicto.
Sus nombres salieron en la prensa, pero ellos buscan la paz. Hablando con ReligionDigital repitió una vez más: “No soy líder de nada. Intento ser sólo un cristiano coherente y un pastor cercano a mi pueblo, cercano al Evangelio y a la gente”.
Por ser así e intentar actuar así, reconoce que ha sufrido “campañas en su contra” y, por lo tanto, ha tenido miedo. “Sí, he tenido miedo, porque sería imposible no tener miedo frente a las amenazas y la persecución que hemos sufrido todos los nicaragüenses. Pero lo importante no es tener miedo, sino saberlo gestionar y administrar, para que no te paralice, iluminándolo con la oración. Desde ahí, mi miedo ha sido fecundo y me ha ayudado a entender el miedo de la gente”.
Por eso y a pesar de las amenazas contra su persona por parte del régimen (que intenta orillarlo de todas las maneras posibles y, de hecho, le ha impedido estar en esta segunda ronda de diálogo), el obispo nunca pensó “tirar la toalla, porque no estoy ligado ni a partido político ni a grupo social alguno. Mi permanencia sólo se puede entender desde la fe, como un seguidor de Jesús. La fe sostiene mi vida. Nunca he pensado en dejar a mi pueblo lejos. Estaré ahí mientras discierna la voluntad de Dios”.
Y monseñor Báez, despidió la rueda de prensa con la misma actitud realista pero esperanzada: “Somos un pueblo que está llorando, que está de luto, pero, como valoro mucho los pequeños gestos y la dinámica del grano de mostaza, creo que saldremos adelante y conquistaremos la paz reconciliada”.