La jornada de oración del padre Teodoro
Es un retiro sencillo pero de intensa oración que lo cumple al pie de la letra. En la mañana entroniza al Santísimo Sacramento que permanece durante toda la jornada en la que reza y deja escuchar mucha religiosa sin mayor estridencia. A las doce del mediodía realiza el Rezo del Ángelus, ocasión que aprovecha para hablar de algunos temas vinculados a la comunidad como la relación familiar, la educación de los hijos, la importancia del trabajo, ente otros.
A las tres de la tarde corresponde el rezo de la Coronilla de la Divina Misericordia. Posteriormente viene el Santo Rosario, cuyos misterios va exponiendo precedidos de peticiones de salud para todos. A las 5 de la tarde corresponde la misa, ocasión en la que predica de acuerdo al tema del evangelio del día. Hacia las 10 de la noche realiza las oraciones al Santísimo, entre éstas la Consagración de Venezuela a Jesús Sacramentado- y al finalizar lo eleva para bendecir a los vecinos hasta el día siguiente. “¡Buenas noches, Dios los bendiga!”, les dice.
Entre los destinatarios preferidos de sus peticiones están los ancianos y niños, las personas de riesgo como son los enfermos, no solo de coronavirus, los médicos y demás personal sanitario a los que les corresponden dar la cara ante la mortal pandemia. También pide sabiduría a los gobiernos para enfrentar esta dura situación, y reza por los sacerdotes que han muerto a consecuencia del Covid-19.
Durante el segundo día de su “retiro”, Teodoro permitió “una transmisión en vivo”, a través de Facebook y grabar videos con sus oraciones y mensajes. Tiene fe en que la pandemia se podrá derrotar como han sido derrotadas otras pestes que han atacado a la humanidad a lo largo de la historia. Pero quiere seguir contando con la compañía de los feligreses desde sus hogares, “porque cada vecino forma parte de una iglesia doméstica en la que Cristo reina”, repite.
La experiencia del padre Teodoro Sosa es una de las muchas iniciativas de los sacerdotes en estos días de “templos vacíos” en Venezuela y el mundo. Ver a este sacerdote desde el balcón de uno de estos edificios provoca bajar y acompañarlo o decirle que él tampoco está solo. Su palabra sencilla y muy sabia, adelanta un mensaje:
“Tengamos paciencia que vamos a salir de esto para volver a encontrarnos como hijos de Dios, hermanos y ciudadanos”.