27 jóvenes varones de la Diócesis de Rio Branco, en Brasil occidental, se preparan para servir como sacerdotes a Dios y a los hombres. No les espera una vida fácil, porque su diócesis, que abarca una enorme superficie de 104.000 kilómetros cuadrados, está ubicada en gran parte en la selva. Las distancias son inmensas, y a muchos lugares sólo se puede acceder por agua.
Ciertamente, su vocación es también fruto del incansable compromiso de décadas del misionero italiano Paolino Baldassarri, quien a la edad de casi 90 años todavía emprendía largos viajes con un humilde barco a la selva para visitar a los creyentes. Como no sabía nadar, siempre llevaba un chaleco salvavidas y un casco de motocicleta. Además, siguió ejerciendo de médico hasta una edad avanzada y atendió a innumerables pacientes.
Cuando llegó a la zona hace casi medio siglo, casi fue víctima de la malaria en la primera semana. Pero milagrosamente sobrevivió, y poco después comenzó a visitar los asentamientos en la selva con una simple canoa, donde muchas familias se habían alejado de la fe católica debido a la falta de sacerdotes. El misionero los hizo retornar a la fe. Murió en 2016 en olor de santidad.
Hoy la fe de estos habitantes vuelve a correr peligro, porque los 40 sacerdotes que atienden a los alrededor de 450.000 fieles en este vasto e intransitable territorio solo pueden visitar muchas de las aldeas remotas muy de vez en cuando. En cambio, las sectas se extienden velozmente porque forman a su personal rápidamente, tienen recursos financieros y prometen milagros a la gente.
Los 27 futuros sacerdotes son un importante rayo de esperanza para la Iglesia de la Diócesis de Río Branco y ACN quiere apoyarlos.https://www.acn-chile.org/donacion/